Eran unos trabajadoras renegridas y con arrugas bajo una luz abundante,avasalladora bajo el perfil de una montañas. Aquel cuadro le daba paz pero le parecía siniestro aunque no sabía por qué. La luz pródiga le daba ganas de vivir.Amaba aquella luz infinita y aunque los trabajadores le disgustaban,las peleas entre ellos,el trabajo duro y la miseria,tampoco había nada sórdido.
Después vio su ropa la ropa de hace un siglo,y entonces sí vio algo perturbador: BAJO ESA LUZ UTERINA,protectora,el tiempo pasaba rápidamente. Amaba esa luz pero esa luz traía anestesia del paso del tiempo,mediocridad de la felicidad y la muerte absoluta,aquellos personajes estaban requeteolvidados.
Me dio ganas de paz,de abrazar a mi perra y a mi mujer,de abrazar a cualquier ser vivo rodeado de una superabundancia de vida,de luz que era como sangre uterina abundante. Y me quise quedar en casa en la penumbra semiescondido,tranquilo, como resbalándome del tiempo,de la injusticia del pasado,y no sé qué de la injusticia y lo inevitable del paso de la luz.
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