Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

jueves, 7 de septiembre de 2017

El Castillo del Duino.

Propuesta de trabajo: Ella se sentía una planta y siempre sacaba sus mejores flores.

Lo que más me gustaba de viajar con mi mujer es que no me hacía dar importancia a los lugares más sagrados de la literatura, además claro está de que me hacía ver el mundo más humano. Por eso me encantó ir con ella al castillo del Duino(Italia) aunque a ella no le gustaba nada la parte "cultural" de nuestros viajes y solía quejarse. En un par de kilómetros estaba Trieste donde había vivido James Joyce durante décadas y Rainer Maria Rilke se inspiró para sus célebres elegías en Duino que hoy en día esta a las afueras en zona italiana.

El extraordinario Castillo de Duino lleno de extravagancias había sido destruido en la Gran Guerra y ni siquiera había una parada de tren para verlo. Había que bajarse en Trieste ver la escultura de Joyce,una escultura oxidada para mitómanos. Y después buscarse la vida,posiblemente cogiendo un taxi para ir a Duino que estaba en una Península.

El Castillo pertenecía a la princesa Marie von Thurn und Taxis-Hohenlohe que aparte de su Mecenas nunca estuvo claro si era su amante y cuya relación inspiró el poema. Por tanto era como revivir una historia de amor famosa en un territorio que había vivido muchas guerras. Cuando llegamos a la entrada nos enteramos de que no podíamos entrar. Había sido un malgaste inútil de dinero. Entonces nos pusimos a dar una vuelta por una avenida marítima que había.

Ella estaba profundamente hermosa bajo el sol intenso, me cogió de la mano y me dijo:"Ya no queda más remedio. No hacemos más que perjudicarnos y dañarnos educadamente. Todo se acaba. Me vuelvo sola, por favor no me busques." Me quedé atónito, sin entender lo que pasaba como en shock aunque en ningún momento pensé que era una broma. Estaba entusiasmado con leerle las poesías de Rilke pero aquello había truncado cualquier plan.

Me sonreí como dándome cuenta hasta que punto puede ser ridícula la poesía frente a la vida real. El Castillo del Duino que había soñado visitar durante décadas me pareció ridículo solo, y cogí el libro de Rilke y lo rompí encantado de que fuera de tapa dura para que me costara más. - Es una rabieta, estará cansada del viaje. Decidí aprovechar el dinero gastado y ponerme a dar vueltas al sagrado Castillo del Duino y cuantas más vueltas daba más ridículo y feo me parecía. Incluso los pocos poemas de amor de Rilke me parecían afectados,y cursis.

Miraba de reojo el whatsup a ver si mi mujer se arrepentía por su arrebato. Sentía que la atracción por la belleza de aquel Castillo que ya no existía en el original destruido en la Gran Guerra me atraía y me obligaba a sentir el vértigo de la autodestrucción.

Hacía poco habían encontrado a algunos jóvenes inmigrantes muertos en la frontera y no quise replicar nada ni decirle nada a mi mujer porque estaba de mal humor.Un amigo me comento una supuesta semejanza peculiar defendida por gente más peculiar aún entre los que saben entender la belleza y los que hacen el bien y él vio un paralelismo entre Rilke, San Francisco de Asís-el santo de los estigmas y de una pobreza extrema- y muchos colaboracionistas que solo se imaginaban "el mundo perfecto" ario.

Pensaban que a los que hacen el mal, en cualquier grado, les fuera demostrado el secreto y el deslumbre de la belleza en lugar del castigo, les sería mucho más efectivo convertirlos al bien que todas las aberraciones que les impusieran.

Y es que la belleza cuando se siente muy adentro, es incompatible con el mal.Lo que no tengo claro es qué imaginaría por belleza estas personas tan dispares que han defendido la pobreza extrema o la inevitable barbarie de la eugenesia.


Nada me parecía real y la veía como una planta que echa sus mejores flores y que se siente ignorada o agobiada solo si la miran. Y en cuanto encontré el primer taxi me volví al Hotel, sin mirar atrás aquel castillo y sin importarme si volvería a verlo.

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