Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 12 de diciembre de 2016

En una taberna destartalada del puerto.

No tengo a nadie a nadie solo a tu ruina que pago, ni disimulas el desierto de tu placer barato. Cuando acaricio tus pechos pienso en la muerte eterna, en el chantaje del deseo lo frágil que despelleja. Se transmutan sus despojos y se avergüenzan sin aire, del placer que debilita sagrario al saldo donaire. Sexo es sagrario que vacía del niño que me condena, ¿dónde esparzo el agua del mar? ¿dónde quemaré la arena?. Caballos desbocados dan hachazos a los naipes, y el donaire de algún escote hace estornudar al fraile. Tu cuerpo degradado gaviota comiendo despojos mira orgullosa al horizonte profecía hueca de tus ojos. No tengo a nadie a nadie solo las ruinas del desierto, y el talento que nada vale cuando no llega a puerto. Cuando me llama "eminencia" la ironía de la sierpe, me da pena de verla rodar en la arena que retuerce. Siempre Odiosa serás bella por mucho que te degrades, yo el metal en el mármol aunque el óxido lo evade. Este chantaje que debilita la roca que aguanta al mar, ¿por qué no la sumerjo para reírse de la gravedad? La belleza de la hirsuta ambigua errata a elogiar, y las deudas que olvidar es un humo que disputa. Como amo a su esclavo servil al final nos despreciamos, por tu belleza vendida tú porque no te amo. Su sonrisa degradada sus pechos ramos de fuego, sin piedad ante mi ruego espuelas sobre una vaca. El sol de tu mar calcifica... En el hollín del edificio en la llave gruesa sin quicio que al que humilla no replica. Tu pecho como sucias sobras calman mi culpa sin remedio y me hieres con tu tedio como en agua sucia alondras. Tu zafiro y el duro perfume embutido en tu vestido, crías de rapiña han crecido para que hartado las fume. No hagas procesión a la pena. Eres un sol del desierto, que no estafas ni un consuelo ni excusa a la esquizofrenia. Me olvido de tus fraudes y el placer que debilita, contra mi cráneo una mitra tu lepra en libros de sangre. Busco la rata leyendo rechinando en dura rueca, en la eterna biblioteca ¿qué mundos está royendo?. No hay precipicio al que huir ni mujer violada que denuncie, ni un delator que la anuncie desde el áditon para mentir. v. 80

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