Reto:Remordimientos, Habichuelas, Alhambra, Retorno.
Me veía de niño marear la cuchara en la ensalada rehogada con habichuelas, como me tragaba la cucharada con amargura,sin respirar para no saborear amargado aquel plato,con los sudores de la muerte de la canícula,mirando a mi madre como suplicándole para que tuviera remordimientos, como si estuviera en mis manos. Y me acordaba de Ella. Planeaba un retorno a la Alhambra para rememorar nuestro primer viaje juntos con detalle:hotel,recorridos,anécdotas de amigos,historias y leyendas.
El último año se había ido a casa de su padre mayor que tenía los comienzos de una demencia senil sin retorno,vivía solo después del divorcio,pero tenía a sus dos hijas dispuestas a ayudarle.Oficialmente seguíamos juntos,pero desde hacía un año vivíamos separados yo haciendo sudokus,ella viendo en la tele líos rocambolescos de Gran Hermano. Solo yo sabía como la seguía amando pero como todos los obstáculos parecían no solo inevitables, sino como yo tenía un laberinto de sufrimiento que no podía evitar. ¿Cuántos sacrificios no había hecho por ella? No volví a Barcelona,rechacé el trabajo de la Hidroeléctrica porque ella era interina y no podía dejar el suyo, y tras nueve años yo ya podía ser mediocremente solo yo.
Todo mi potencial,todas mis posibilidades estaban ya medio muertas sin apenas fruto. ¿Habíamos tenido hijos? Por la noche miraba en el balcón al edificio despintado de enfrente,pensando en la noche eterna mientras escuchaba alguna pelea de los dos borrachos del bar entre gritos e insultos porque no se habían devuelto un dinero.
El viaje lo había propuesto Ella pero siempre ponía excusas para posponerlo. A veces una vez por semana quedábamos y yo hacía todo el esfuerzo para que no hubiera ninguna tirantez. Pero no era posible. Solía llevarla en coche hasta el lugar de la cita,pero como a veces conduzco por encima del límite de la velocidad le ponía nerviosa y nos poníamos a discutir. Aquella vez callé pero seguía la pelea y al final acabé discutiendo contra su familia.
Al final hicimos una paz exhausta y llena de cicatrices hablando de Alhambra.
Habíamos vuelto a quedar la semana que viene, cinco días antes del viaje a la Alhambra con todos los gastos pagos. Estaba en una cafetería frente a un parque infantil y veía a un niño de unos 2 años intentar subirse a un tobogán de niños muchos más grandes que él y como miraba a su padre para que lo ayudara a tirarse. Me reía del padre que tenía que aguantar la irresponsabilidad del niño. Pasó la hora y no acudió a la cita. Después le envié un audio por whatsup y me respondió con otro diciendo que evidentemente habíamos roto tras la pelea de la semana pasada. El viaje quedaba suspendido.
Mientras salía del Restaurante vi al niño que se había caído por una alambrada con el brazo rajado, ensangrentado y el padre rabioso repitiéndole que ya le había avisado, qué cómo de histérica se pondría la madre.
No pude evitar sonreírme por dentro.
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