Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 11 de septiembre de 2017

El color de la sangre.

Propuesta de trabajo.El día X del año X todos los seres humanos cambiarán de color. Se volverán del color del primer alimento que prueben esa mañana. Algunos tomarán agua.

Había llegado el día y habían ido juntos su mujer y él de noche al precipicio al lado del Matadero de Marzagán para pensar con el placer de escuchar el berrido fantasmal de los animales. Mientras sentía el ruido de las torres eléctricas tenía que decidir entre tomar carne vacuna con sangre o solo agua. Todo empezó cuando una amiga de Jocelyn,la mujer de su primo Aitor, llamó a su pareja para darle a entender que durante una enorme fiesta le había sido infiel. Una llamada no nacida de la bondad sino de esa ruindad hipócrita que se ríe en tu cara,como para que te enteres de una situación dolorosa e informes al interesado.

La mujer de Johan le pidió consejo para saber cómo actuar,sabía que odiaba a Jocelyn que se consideraba superior a todos ellos,"que éramos unos artistas miserables que vivíamos de las subvenciones" y debió suponer que le aconsejaría que lo soltara inmediatamente. -Pasa de todo, hagas lo que hagas,será crear problemas y no sabemos hasta qué punto es verdad.Y así pasó la noche dando vueltas en la cama y dando patadas al colchón -según ella- dormida,lo que no le dejaba dormir a él tampoco.

Días después,tras el disgusto recibió otra llamada más insólita. Le llamó la propia Jocelyn que gritándole le dijo que no tenía que meterse donde no le llamaban sino callarse la boca y colgó.Así, sin dar explicaciones. Su mujer se lo comentó todo temblando cortando cebolla de mala manera. Le sujetó las manos para que parara.

Quiso devolverle la llamada para gritarle pero su mujer le paró. ¿Quién era esa tipeja para llamar a su mujer y gritarle?. Aquello parecía el juego peligroso de dos amigas infantiles, de una snob que miraba por encima a todo el mundo y era una "golfa" déspota que quería meterlos en su juego,que había llamado a su mujer porque la veía indefensa y de su pareja Aitor un bocachancla que se había de dedicado a contar los secretos de la familia,verdaderos y falsos añadidos por él para redondear sus anécdotas,y que ahora podía ser un cornudo cuya situación debían ocultar para no meternos en problemas.

Johan era vegetariano y era la primera vez que comía carne cruda después de muchos años,así que tuvo que hacerlo superando sus arcadas. La miraba fijamente apretándola con los dedos.Se puso a cortarla con el tenedor con más fuerza y teatro del necesario. El saborear la carne le hizo sentir como un estremecimiento en la cabeza de un nuevo placer que le producía rechazo.


Lo que le molestaba de verdad era preocuparse por gente que no le importaba y que le había hecho daño,no vengarse. A Aitor que podía guardarle rencor, podía estar viéndolo durante años,y aunque se lo agradeciera,nunca les vería con el cariño de alguien que le salva de una desgracia.Por eso decidió endurecerse adquiriendo el color de la sangre,el color de los guerreros que se dominan,en vez como en los años anteriores beber agua. Era tan nihilista beber agua.

-Bueno,seguro que ha pasado algo grave que no nos importa.No le cuentes nada a tu primo.Lo que me jode es tener que pensar en los problemas de los demás. Veía al perro casi en vertical correr feliz por el precipicio sin miedo a caerse. Pensó que tendría que ver a esta gente en la larga mesa de las comidas familiares.Gracias a que siempre se sentaba lejos de ellos no tenía que pelearse,ni aguantar sus bromas impertinentes pero sentía que siempre estaba doblando mi espalda,ocultando algún terrible secreto,sintiéndose constantemente inferior. Y tendrían otra dichosa comida en un par de semanas. Su mujer se había tomado un vaso de agua ya para evitarse problemas.

- Cariño tomé carne cruda. Se atrevió a decirle con voz bajísima después de un rato y soltó una carcajada esquizofrénica que se confundió con el terrible ruido eléctrico de las torres. Su rostro se quedó más sólido y feliz. Vio el mar encrespado contra la depuradora otra vez con alivio como si no tuviera ninguna deuda con nadie. Se había librado de una cuestión de conciencia.

El perro volvió hacia él y se puso a lamerme toda la cara con tanta fuerza que era como si se la anestesiara, sin que le molestara por primera vez lo más mínimo. Veía de lejos la ciudad de Dasein por debajo suya con la calima que se movía. - Hum, tengo ganas de ver a la gente en el próximo banquete y sonrió exhausto. Y una palmera moviéndose como de rabia parecía despedirlo.

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