Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Lo que "La que se Avecina" no quiso deberle a Rulfo.

Se acababa de levantar de la cama desordenada. Fue al espejo a afeitarse meticulosamente y a recapacitarlo de nuevo todo pero solo en plan positivo, a diferencia de cómo lo había hecho anoche. Se llamaba Pablo Duarte y era profesor de la Facultad de Filología de la Pompeu Fabra invitado por la administrativamente desastrosa UNAM de México. Estaba harto de su trabajo y en su tiempo libre durante los últimos años se había dedicado a ver los capítulos repetidos de la serie "La que se Avecina". ¿Volvería?,¿no se sentiría un fracasado por ese fallo estúpido burocrático?.

Ahora quién sabe por qué, se habían acordado hacía tres meses de que le habían aceptado una beca para estudiar la figura del hombre indígena en la narrativa de Juan Rulfo. Había venido a México D.F. y ya aquí le habían dicho que no. Que no constaba como investigador y que no podía entrar en los archivos de Juan Rulfo. Había pasado la noche en un Hostal a las afueras de la Ciudad Universitaria bastante preocupado gastando dinero en llamadas internacionales e intentando enviar correos electrónicos.Se puso el traje y corbata del día anterior de nuevo porque no sabía dónde lavarlo. Pero ahora sonreía pícaro como una adolescente tímido que ve como se desnuda poco a poco una mujer. No podían echarle del país, ni le admitían en el Centro de Investigación.

O sea,él era un hombre tranquilo que había deseado toda su vida aventuras. Tenía el dinero de su beca en su cuenta.Seguía sonriendo más y más.Estaba en México, como el Dioni con la furgoneta del dinero y no tenía ni que robarla,ya se la habían robado por él. Él sólo tenía que vivir la vida padre,vivir,en un país desconocido y al cabo de seis meses escribir un trabajo del México de Rulfo y además pensó podía contar sus traumas para hacerlo más profundo.

Ya la sonrisa no se le quitaba de la cara.Se reía tanto que tenía que apoyarse en el lavabo y dejar de afeitarse para no cortarse. Pablete, pero es que si ni siquiera Urdangarín tuvo tanta suerte,¿qué pensaría el deprimente de Rulfo si supiera que gracias a él me voy a pegar la vida padre escribiendo lo que sé de él para desahogarme?. Y llamó a recepción para que le informaran cómo se podía llegar al Zócalo para beber tequila.

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