Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 1 de enero de 2018

Navidad en la prisión.

Intentó abrir una malla metálica en la celda de espera y se rajó las manos que le sangraban. Nada, es una ventana tapiada. Repuso con un gesto de amargura. No sabía por qué pero aquello le parecía tan absurdo que no hacía más que imaginarse que llegaría un indulto de alguien que lo liberara.

Por eso,esperaba escuchar angustiado sonar el whatsup del móvil del carcelero pero el móvil ni sonaba ni tenía vibración. Era su última oportunidad y dependía de la vibración de un bolsillo de un puto carcelero.

¡Perros sanguinarios, tráiganme la cuchilla!.¡No me encierren en el agujero del diablo!,a qué te escupo, basura. ¡Qué vida más injusta!,¡guiñapos mamporreros del poder!,¡¡no vales ni para chuparme la mierda del culo!,¡esbirros analfabetos disfuncionales,gaséenme y ya me finiquitan!,¡no quiero entrar!¡no me restriegues maricón,no quiero entrar!.


Entre los dos policías apenas podían con él hasta con él. ¡Pam! sintió como un porrazo en la cabeza. Se despertó agotado tumbado en la litera de abajo abrazando una almohada y una jirafa de peluche que alguien había dejado allí.¡Le denunciaré!,denunciaré al pitufo cabrón. Recordó toda su vida solo, como un puto perro sarnoso y encima esto.

Intentó llorar tras aquel bofetón pero se quedó en estado de shock. Cuando Gregorio escuchó el cloc de la puerta de la celda empezó a creerlo.Su compañero escuchaba Radio Faycan donde las madres dejaban sus mensajes de apoyo a sus hijos. Gregorio participó en el atraco porque se lo ofrecieron,pensaba que era dinero fácil por fin,nunca creyó ni aunque lo cogieran que lo condenarían a la cárcel.

El enorme hueco del colchón de la litera de arriba le recordaba que estaba acompañado y era lo único que evitaba que se levantara para dar patadas a las paredes.

Pensaba que con hablar de su vida ante la Jueza,de todo lo que había pasado tirado en las calles y los parques buscando siempre una oportunidad de negocio para escapar y ganarse la vida,de su juventud le podrían una pena sustituta,de lo garrafalmente injusta que era la vida y sociedad le darían una segunda oportunidad. Él mismo hubiese sido incapaz de hacerlo solo.Y sospechaba que si el atraco hubiese salido bien,quizá le hubiesen tangado su parte.

No hacía más que rumiar las veces que le habían humillado en su vida,ni podía hablar ni llorar,y cuando escuchaba Radio Faycan se daba cuenta que él no tenía a nadie.Para él la cárcel no eran cuatro paredes estrechas sino el deshonor,una vergüenza metafísica y 24 meses era mucho tiempo. Pensó en pedir permiso para tener un mardito perro y así abrazar a alguien y en el profundo picor que recorría su cuerpo.

Se enteró del negocio en el bar.Los otros dos solo le admitieron en el último momento cuando el tercer compinche se había echado atrás. Vaya mierda de vida,qué injusticia,siendo nieto de terratenientes,¿cómo es posible? todo me sale mal,¿cómo es posible?.

Ni siquiera escucharon su versión del atraco, el complicado proceso de dos semanas amargado diciendo que sí un día y que no al siguiente, por el que él pasó de quedarse en paro tras ser jardinero y seguritas en la fábrica a atracar una gasolinera. Solo le formularon unas preguntas como rutinarias sin mirarle a los ojos, y escuchó un comentario quizá de un ayudante de fiscal a otro susurrando algo como ¡qué inmaduro!.

Aunque al final le convencieron serían 1000 euros limpios y sencillos y así podría hacer regalos por Navidad. Por fin, regalar cosas para restregárselos al canalla de su cuñado y la harpía de su hermana, antes de que le cerraran con la puerta en las narices de un portazo y pusieran la aldabilla para no verle más.

Cuando entró sus compañeros de módulo estaban en fila para entrar en las celdas. Eran hombres fuertes,desgastados pero aún embrutecidos y se sentía desolado. De pronto pusieron música navideña por la radio,y viendo unos manchurrones amarillos en la pared pensó en la cena de Navidad, en las pullas de sus familiares políticos llenos de bastardeos.

Que si era una cucaracha porque no trabajaba,si pensaba que su familia lo iba a mantener por la cara, que se pusiera a limpiar coches,y a vender bonolotos o a buscar trabajo de reponedor de alimentos o de basurero. Gorrones no. Y al pensar en un película de guerra donde unos pobres desgraciados inocentes iban a ser fusilados pudo gimotear pucheros pensando en sí mismo.

De pronto se escuchaba en el transistor a una madre llorando,diciendo que su hijo era muy buena gente,que él era inocente y que habían sido las malas compañías del hijo que le habían perpetrado una encerrona.
La música meliflua de los anuncios de Navidad lo alegraba mientras intentaba dormir en la camastro. Compré cigalas a ... euros el Kilo en Hiperdino. Hiperdino el supermercado que siempre está cerca de ti, y ahora más que nunca por Navidad.

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