Vivimos en una época culturalmente plana fomentada por los Medios. Parecía que la Crisis iba a hacer una fortísima carga eléctrica pero la cosa se ha diluido y con su superación la gente solo se preocupa en recuperar su nivel adquisitivo. Ni siquiera Manuela Carmena se ha preocupado nada por la cultura de verdad, sino que la ha burocratizado y esclerotizado hasta la mediocridad.
Y los jóvenes están viviendo esto. Se hacen muchos talleres literarios donde apenas hay tiempo para la discusión y la literatura real,¿qué pensaríamos si en un Congreso de Medicina no se hablara de Medicina sino solo citar nombres eminentes por su autoridad o anécdotas casposas de sus autores? pues eso pasa constantemente en Talleres, encuentros y hasta congresos literarios, resulta muy desesperante.
Uno siempre se decepciona y sin motivo se vuelve a ilusionarse hasta la decepcionante definitiva.
Y lo peor es que los jóvenes aprenden este ambiente en que no se trabaja la lengua,en que se desprecia el planteamiento sublime, en que cuando sienten que un autor "es complicado" lo sueltan ante el primer obstáculo y claro no solo Shakespeare,Calderón,Quevedo,o Mishima o sea todo lo que es exquisito es "complicado y por tanto no vale la pena".
Los jóvenes ya copian y pegan de Internet directamente,sin usarlo como una herramienta que les ayuda de base para pensar. Hay que ser egoísta,mediocre, y tolerante y simpático con lo vulgar,con lo inmediato, y con lo simplón. Si algún autor se hubiese esforzado en ser sublime en su oficio que es de lo más exquisito que se puede plantear si hubiese estudiado y rumiado a los autores consagrados hubiese tenido derecho a darles un bofetón,pero como no ha hecho nada,sino improvisar sobre la nada,pero si no,lo que queda es una sonrisa hastiada y decepcionada. O sea la nada.
Con Marwan ha recobrado nuevo brío el miedo a lo sublime, y a lo que en la poesía había y puede haber de sublime. Con las redes sociales se ha multiplicado la mala poesía hasta ser un cáncer como la mayoría del rap o del electrolatino. Tememos con pavor los sentimientos planteados de forma magistral y odiamos lo sublime, y odiamos lo sublime(quizá recordando a Nicanor Parra) porque nos parece una solemnidad paralizante,ajena a la vida cotidiana,engolada,pedante y cursi.
¿Rilke es cursi?,¿Shakespeare sigue estando en los andamios?. Y hay que enseñarles a los jóvenes que no. Que la belleza no es cursi, que la lengua como lo que se ama de verdad hay que trabajarla con constancia y que tras la palabra viene la acción y que el trabajo duro viene la palabra.es como un trozo de herrumbre mitad oxidada con puntitos y mitad podrida pero estancada,casi como el negror de un cáncer paralizado que no necesita quimioterapia
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