Sigo con la pared jugando solo
¿alguien preguntará cómo me siento?,
¿cómo haciendo tanto frío no me meto?
o si la escarcha no me quiebra el rostro.
¿Alguien quitará mi picor de la espalda
de un abrazo sin cambiarse de asiento?,
¿quién me defenderá si ya no miento
para elogiar a mi madre por nada?.
¿De qué sirve tanto sufrir al ego?
si el vitriolo hueco no resiste al fuego
ni estafa con una dulce memoria.
Y amargo huir de la gente sin consuelo
al ascender de rodillas al cielo,
siempre un preso huyendo en sus derrotas.
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