El otro día sentado en la butaca del dentista escuchando la música de REM me acordé de mi padre. Hasta de los canallitas se tienen buenos recuerdos. Recuerdo cuando iba en coche en 1994 por las calles amplísimas del nuevo Madrid. Y recordaba el viaje que hicimos en coche por el Noroeste de la Península. Recuerdo los campos de trigo tras la cosecha en Valdebalde (Valdenuño Fernández) y como dentro del remolcador caía en cascada el trigo de la cosechadora y con una pala tenía que reordenarlo recordando que mi madre,con su esquizofrenia sin tratar desde Canarias estaría recordándonos con angustia.
Pero lo mejor fueron aquellas únicas vacaciones de 1990 en las que fuimos mi madre y mi hermana y yo a Guadalajara. Mis padres llevaban 4 meses separados después de una Crisis anterior de un año separados y aquel viaje era la última oportunidad de una posible reconciliación.
Le dije que sería una pena que no escribiéramos los Monumentos importantes que viéramos, las cosas que nos pasaron,las anécdotas,los chistes y algún poema a hurtadillas. Mi padre que había empezado la ruta pasaba de todo y me dejó dos cartones de Marlboro que tenía en la parte de atrás del Seat 600 y un bolígrafo medio roto que a veces funcionaba y otras se atascaba.
Y así con la letra menuda para que en la parte en blanco me cupieran muchas cosas, empecé narrando los paisajes, alguna Iglesia, los comentarios histéricos de mi madre y las peles absurdas con mi padre de si nos habíamos perdido si cada media hora no encontrábamos un letrero donde aparecía el siguiente punto claro del trayecto.
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