Que poco te preocupaste por mí
yo que tanto me esforcé
por hacerte feliz.
Para ti no existe el pecado
ni sacrificarte por el otro
ñoño milagro.
Nada puedo exigirte ni me atrevo
para que no me eches en cara
mis sacrificios sin esfuerzo.
No tuvimos un hijo
ni ordenamos la casa
ridículo lo que no tuvimos.
En el suelo roto quieres
equilibrar la peonza.
Dar puñetazos al altar
de tu trapa derrota.
Rumio ortigas
lamo mis cicatrices,
como pescado pasado
para que no me repliques.
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