Cada persona tiene su extraño sentido del honor y cada perra distingue a las personas según sus ganas de seguir sus ganas de jugar.
En el bar Rialto te encuentras a un proxeneta no muy degradado pero con la voz muy grave tratando a la estricta camarera con el respeto que hay que darle a un coronel.
Y en la esquina a un ruso un hombre extremadamente grueso,duro y educado que tiene pinta de a pesar de ser una mala bestia esta acostumbrado al lujo,¿será de la Mafia rusa que se esta empezando a instalar en Canarias?.
Cuando me hizo la confidencia la camarera yo le dije que a lo mejor será un contable de la Mafia,que no tiene por qué ser un matón.
-No tiene pinta de ser un contable me dijo. Y después me replicó -ni tú tampoco y se rió para tocarme las narices.
El último personaje de interés es una mujer completamente hierática que se sentaba en una esquina a pesar de la corriente de ventolera y el trasiego de chusma de la puerta de entrada: una profesora de Derecho Natural casi antisocial,callada que conocí desde hace 17 años(ay cómo pasa la vida,qué amargura),y a la que no solo me encontraba en sus vacías clases mientras leía el libro de derecho Natural sino ya muchos años después también en las tardes de los domingos solitarios del ciber de Cebrián.
Ay qué mujer más extraña y solitaria. Algunos compañeros comentaban que era Jueza pero guardaba mis dudas.
Pero sin duda el mejor código del honor es el de mi perra: ella ni piensa en la muerte,si existe la realidad,la conciencia humana o la voluntad le da igual cuando salimos a pasear para que haga sus "cosillas".
Si la vocal del castellano romance adquiere forma de apertura Ç es que tiene ganas pero no se decide la hija de puta,porque sabe que en cuanto haga sus cosas volveremos a casa inmediatamente. Entonces da vueltas remoloneando para tocar las narices.
Si la vocal es cerrada simplemente seguimos y nos dedicamos a dar vueltas hasta que la vigía otea otro perro en la lejanía y le da un arrebato y parece de la Guerra de las Galaxias erguida sobre sus patas traseras como si diera puñetazos al aire sobre las delanteras enfrentándose a la indiferencia de la tortuga de la Historia Interminable.
Al final,cansada me mira cómplice y acepta que nos volvamos con el mismo frenesí lúdico conque empezamos el camino innombrable.
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