Siempre recordaré el caso de la señorona Julia Navarro que tenía miedo a las escaleras mecánicas de El Corte Inglés (grandes almacenes). Pagaba 200 euros a la hora por su coach,para rebovinar traumas de su infancia y su adolescencia. El coach se lo repitió claramente -yo no voy a comprometer mi calidad de vida por mis clientes.
Ella se sintió estupefacta y se lo tomó peor que si su marido le hubiese puesto los cuernos. Tras tres meses decidió que tenía que reunir el sobrehumano coraje de superar su trauma. Necesitó ponerse su grueso abrigo de pieles para sentir seguridad. Su coach no quiso acompañarla para que resolviera ella sola sus problemas.
(Mientras me contaba la historia me daba cuenta con tristeza las desigualdades sociales que habían). Se puso enfrente de la escalera como si fuera un pistolero de una película del Far West. Y sin pensarlo se subió,más que miedo tenía vértigo y unas ganas locas de compartir su éxito,su proeza del grupo de la muerte con su coach.
Lo llamó y comunicaba por el móvil. Así que se atrevió en un abuso de confianza en llamar a su casa desde la segunda planta. Cuando su coach le cogió el teléfono subió a la siguiente planta. "¡Lo he conseguido,lo he conseguido!". El coach le iba a replicar que no pensara en ello que pensara en recuerdos y cosas hermosas.
¡No,no y no! no seas tiquismiquis quiero sentirlo. Y se puso a explicar entusiasmada con lujo de detalles cada sentimiento superficial que tenía.
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