Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

viernes, 4 de abril de 2014


Viendo el derrumbe: la Independencia de Catalunya 
10-09-2013.

             Rafael Casanova en 1960
             ( Lea el texto que Carlos Alvárez es incapaz de entender)
            
              Yo Rafael, vi desde la buhardilla del Palau como ponía una enorme mancha roja  resbalándose sobre la cerámica. En una de las taquillas originales sobre una ventana recién barnizada.
              Vi que se le ponía su arruga en el entrecejo lleno de odio, dando tumbos y media vueltas compulsivamente entre las columnas del edificio una y otra vez. Aquello le volvía extraordinariamente apuesto y astuto.
              Oí entre los ladridos de los perros.
            - A este también, camarada, digo, mi teniente.
            - Por supuesto. No me mires más. Dijo incomodado,como entre arcadas y protegiéndose del frío, con acento grave y ronco.

              Vi que habían llegado tarde como lo había sido siempre. Llevaba un enorme uniforme marrón claro parecido al que llevaba cuando maté a su padre en los primeros días de la Guerra. Estaban dando una paliza a unos adolescentes que estaban robando un saco de manzanas y un cerdo. No pude soportarlo.
              Este será su castigo sin venganza. Vi a una especie de ayudante que dejó a su pastor alemán atado de mala manera a una papelera. Le ayudó sujetándole del brazo a subir al furgón de la policía.
             Dió un par de golpes adentro donde parecía oírse gemidos con un bastón y se oía como una mámpara de plástico.  Vi como bebía una botella como de agua caliente. Primero puso una cara de asco. Después  la escupió e hizo una mirada panorámica a un pequeño cañaveral en medio de un descampado  y se le cambió el gesto.    Y siguió bebiendo de la botella que apretaba. En la nuez de la garganta se notaba como se le movía mientras tragaba el agua, y poco a poco con mayor gesto de placer.
            -Estará allí. Los atraparemos como ratas.

              Desde el furgón policial veía contra la luz de las farolas la sombra de los policías que habían rodeado e perimetro de aquella manzana. En algunos edificios la policía abrió el portal con un ariete. Entraban en grupos de a 5. Buscando a los fugados por cantar la senyera en posibles escondrijos.
             Vi como encendía y apagaba un mechero como si fuera un reloj desde el furgón. Yo en la buhardilla trémulo podía contemplar las azoteas de los mercaderes medievales del barrio de la Ribera. Algunos vecinos llevaban prismáticos escondiéndose detrás de las sabanas tendidas. 
              Vi  abrumado a aquel gigante grasiento,sediento y nervioso de que aparecieran sus víctimas... 
             -Tú, ven,- le oí gritar a un sereno que se acercaba con su manojo de llaves haciéndolas sonar como un sonajero.Fingiéndose el despistado posiblemente para cotillear.
              
               - Dile al  carpintero que necesitamos para dos horas hacer una tarima. Necesitamos también un atril y una bandera. Para dentro de dos horas. Lo necesitamos para el Tribunal Volante.
 Y prepara unas zanjas y cal viva.
  Dios, lo tengo que hacer yo todo...- gritó                         
               Y haciendo un amago para levantarse miró para las cúpulas del Palau.
               Este hombre es un mal farsante -pensé-. Sí hombre Tribunales Volantes...
               Y mientras desde lejos en las casonas de enfrente se veían la luz de las linternas haciendo garabatos y sombras golpeando puertas.
          -Avui paciencia,dema  independência.
           Debajo unos policías sujetaban a los perros revueltos dándoles coscorrones en el craneo:
          -Estos traidores van a aprender.


            Rafael Casanova ante su momento 1714


              Había llegado hasta allí para que lo mataran. Lo sabía. Nadie se lo había dicho a Rafael Casanova. La lluvia caliente limpió las calles pero no se sentía cómodo.Los muros gruesos y húmedos de Montjuic  con su convento abandonado eran el único sitio donde se podía ver panorámicamente la costa.
             Observaba los barcos en su nostalgia que no llegaban. Las correntías que deslizaban el barro hacia el mar. Recordaba a los marineros haciendo equilibrios sobre los guijarros. La marea subía y bajaba como la tripa hinchada de una bestia que acabara de comer.
     
           -Tiene que morir ese era el castigo,sin venganza. Pero las puertas siguen abiertas.
           Rafael vigilaba la puerta esperando que los matones franceses salieran a trompicones desde el muro. Le esperaban los ingleses con rencor a los ideales ingleses. Casanova había defendido la libertad sin entender el protocolo de las organizaciones liberales.            Quería favorecer los acuerdos comerciales con una nación que les había jurado una falsa lealtad. 
         -Cuando llegué la paz tendrán que comerciar contra nosotros de contrabando.

          Ahora los borbónicos exigirían la normalización vertical.  Pero no tenía ganas de servir de anzuelo en una mascarada en la que creía. Lo habían dejado allí por un castigo que no recordaba. Para que se volviera loco de sus carcajadas. Se habían olvidado de él. Veía las fogatas en lo alto.En el convento.Incluso cuando los veía comer sopa babeando mientras se limpiaban la boca con el brazo, sentía que si no fuera por su responsabilidad los traicionaría. 
             Se ha estudiado a piratas de rapiña que se sientan pastosamente en un atrio cubierto. Donde permanecen hasta que el barco que ha bombardeado la ciudad queda amarrado. Recogen entonces meticulosamente sus avíos, sin apresurarse. Vigilan meticulosamente la resaca del ambiente. Mantienen los barcos a cierta distancia de la costa para no embarrancar con los arenales. Luego desembarcan tirándose a unos 20 metros de la playa unos sobre otros apunto de ahogarse . Nadando como patos con sus ropas incómodas, pesadas que se hinchan, hasta que a fuerza de dar brazadas tanteando se van dirigiendo hacia la costa.
              ¿De qué les serviría la gloria?.  Él mismo pudiendo imponerse en la Junta de Brazos había colocado su prestigio en una esfera militar. Él que había pasado su vida en los tribunales pidiendo audiencias. Había mantenido unas instituciones desprestigiadas.
               
               Él mismo nunca quiso que se desarrollaran pa que su causa mantuviera algún ideal noble. Por encima de sus descerebrados payeses patriotas. La prudente Isabel Cristina de Brunswick le había traicionado otra vez. Aquella potranca bellísima de hermosa peluca no se atrevía a quedar nunca mal. Tenía un puesto importante en el equilibrio europeo como pa cumplir con sus promesas. ¿Qué ideales defenderían sus instituciones catalanas y los navíos británicos? No sólo mentía estúpidamente sino que incentivaba un rencor cada vez más aciago que él tendría que refutar. Además el hecho de que tuviera que dar una soldada a las tropas defensoras, hecho desnaturalizado a todas luces tampoco fue aprovechado para ganar un mínimo de crédito en una sociedad exhausta.
             Casanova era un hombre cómodo al que no le quedaban los altos ideales que había exonerado en los migueletes. Los ideales de una antigüa España habían muerto.  Cada 70 años las hambrunas provocaban una revuelta. Pero arrancar las instituciones que eran parte de él en una sociedad que preveía su autodestrucción tampoco tendría por qué agradarle.  Por las noches hacía rondas por las estrechas y derruidas murallas de la ciudad. Adoquines sueltos. Pocas farolas que obligaban a acelerar o refrenar el paso. El hedor de la comida recocida con sobras.  Veía los brazos mutilados con astillas y tiras de ropa y cuerda. Iba de una taberna a otra arengando a los requetés desvalijados. La tropa se dejaba hacer pero lo escuchaba con orgullo.   Aún nadie le daba la mano sino que daba de ronda. Escuchando los relatos tenebrosos de las mutilaciones y las torturas. Los bastardos ingleses le aseguraban una huida segura a él y a su cohorte. Después de haber alargado la guerra pa descacarillar al Imperio al que había jurado lealtad. Los austracistas ya habían replegado sus tropas más valiosas. ¿ Acaso José I no había huido como un cobarde y mandaba gloriosos discursos, y medallas que no valían ni el material en qué estaban hechos?¿Acaso sus aliados no estaban firmando artículos de tratados a sus espaldas con sus verdugos?.
         El bisabuelo de Casanova había visto como se pactaban con los franceses la pérdida de derechos de los catalanes pa conseguir su independencia… al final se habían convertido en una provincia sin comercio a merced de los desvaríos de un Virrey déspota. Habían prostituido los honores generado en 650 años de tradiciones jurídicas pa estragar a un glotón insatisfecho. Desde colocar su efigie en las monedas y monumentos hasta cambiar la fecha de sus celebraciones. Pero habían conservado el espíritu de sus tradiciones. Mientras el hambre acuciaba los establos y los caseríos la rapiña acampaba en su ejército aliado el pueblo mantenía su equidistancia social. Se habían respetado el sistema de herencias. El reparto del agua para los minifundios. Y después de la catástrofe los enemigos quisieron una paz consensuada. No hubo represalias draconianas.  La organización del comercio mientras se desarrollaba el inmenso Imperio de Sus Magestades. Todo eso ahora que había sido la pesadilla quimérica de sus bisabuelos y que había sido machacado una y otra vez en la cosmogonía de sus ancestros. Volvería a producirse con un aldabonazo más contundente.
              ¿Y qué sería Cataluña sin sus derechos? Cuando él le decía a la Virreina Isabel si se iba a fugar ella no podía evitar reírse a carcajadas. Inquiriendo su cinismo le respondía con obviedad cómo hacía preguntas tan absurdas. Prefería darle a la pesada rueca que estaba encasquillada que corregir los confusos partes de guerra y las existencias de los economatos del ejército.
         No les  recordaba lo asqueante de la falsedad de la Virreina al que le esperaba un brillante trono en una ciudad que sí amaba. Sus intentos infructuosos de fuga que hubiesen desmoralizado a sus consejeros. Casanova estaba tranquilo frente a la derrota a la que como a tantos desgraciados daba la espalda. Casanova aunque no era dado a sutilezas abstractas creía en la esencia de Catalunya. Aquello agravó la miseria de miles de payeses y acendró el rencor hacia aquellos a los que se había visto como aliados. No proporcionarían más avituallamiento a crédito a un bando con tantas dificultades de abastecimiento. Y pa salir con una victoria  digna.  
            Casanova recordaba las horas con el cielo oscuro. Tentaba a través de las ventanas los manzanos y los castaños donde crecían los capullos de mariposas. Las cuentas de contabilidad no le salían. Se amontaban enmarañadas. Hacía anotaciones pa explicar a los socios mercantiles la situación de sus empresas. Casi siempre relacionadas con los ingleses. Éstos siempre admitían ser dóciles acreedores con tal de que llegara la mercancía barata.        
                Casanova se comparaba con los familiares de la Inquisición. Su indulgencia, o sea su falta de valores habían garantizado dos siglos de prosperidad de los negocios. Los hugonotes llegados desde el San Bartolomé se disolvieron rápido en las conjuras locales.Paz. Sí eso necesitaban los demagogos pa poder reestablecer los Fueros. Esos derechos que habían funcionado durante siglos. Garantizaron la identidad de la capital. La autonomía de la Veguerías. Fueron el antídoto que evitó el colapso que predijeron los arbitristas pa Castilla. Pero pa un deseo profundo de paz la catástrofe debía ser traumática.
             Felipe V se indignó ante su abuelo, el  otro rey , con elucubraciones bizantinas de  haberles concedido a los catalanes una amnistía tendenciosa . Concediéndoles las mismas leyes que a Castilla. Y de que sólo había servido pa evidenciarse; Y ante la grave situación de sus finanzas. El aspirante francés sentenció que los catalanes le “pagarán todos los gastos de la Guerra de Cataluña desde 1º de Julio [1713]”.
        Hasta en el momento en que temían ser acusados de traición había arrebatos. La Gaceta de Barcelona  transcribió el juramento engolado que recogieron en placas de letras no vistas de las que traían de Londres.  En las  que realizaron los soldados defensores  de 1713 en octubre.   
                      Con esa perversión florida que encajaron al catalán «hasta la última gota de sangre, en defensa de la C. y C. Magestad del Emperador, y Rey nuestro Señor, (que Dios guarde) y del Fidelísimo Principado de Cataluña.».
        Pero nadie le acusó de la felonía al ideal en tiempos de guerra. Lo primero era ganar una guerra absurda y embrollada: Perdida. En que las distintas fracciones luchaban por ideales excluyentes.Dirigidos por líderes que no entendían ni las estrategías militares. Con ideales políticos de circunstancias.Y adulterados. Contra un enemigo superior del que habían rechazado la clemencia. LO cual no sólo generaría más rencor sino alargaría la guerra…y favorecería a los rivales comerciales que estaban hastiados de ver destruir a sus aliados. Había que seguir y no sólo por el egoísmo de conservar la vida de los aristócratas sino por madurez. Por orgullo.
                       Entonces Casanova propugnó una estrategia descabellada pa obtener una Victoria contundente. El gobierno de Rafael Casanova fijó un timonazo total con el anterior gobierno. Si hasta entonces el teniente mariscal Villarroel había tenido  autonomía militar como general comandante del ejército. Había propugnadodo una estrategia defensiva conservadora que buscaba ganar tiempo. Tanteando el principio que solo una ayuda externa podía liberar el emporio urbano. El nuevo Conseller en Cap Rafael Casanova le espetó que inmediatamente ordenara lanzar ataques continuos cada noche contra el cordón de bloqueo. Pa desbrozar a las tropas borbónicas, accediendo a ello el general comandant.
               Casanova creía en las tradiciones. Sólo por ellas defendía las libertades que el comercio iba a hacer necesarias. En una sociedad comercial estaba en contra de la liberalización comercial y de las costumbres. Tampoco se sentía  hinchado de su ejército. La peor chusma de los arrabales de Barcelona en su peregrinaje a rachas hacia los Pirineos. Creía en los Austrias que consagraron un Imperio Universal demostrando la infabilidad Papal y de Dios. Ante sus enemigos internos sólo un deseo independentista iba perfilando su liderazgo. Pero no ante los profesionales que sabían el desatino: sus militares.  A los pocos días se desató un nuevo choque estrábico. Por la supremacía militar. Ante la reprobación del gobernador de Montjuic a obedecer las órdenes del Conseller en Cap de Barcelona. alegando que él solo debía obedecer al general comandante Villarroel, Rafael Casanova ordenó que el coronel Pablo Tohar, gobernador de la fortaleza, fuera arrestado y encarcelado entre lcadenas de los brulotes. Mandando asimismo órdenes a todos los portales de la ciudad que no debían ejecutar orden militar.  Sólo su responsabilidad era indiscutible.
                       El enfrentamiento entre el gobierno de Rafael Casanova y el general comandante era  total. En principio reunido en plenario el Consejo de los 100 falló sensatamente resolviendo . Rafael Casanova era el gobernador de la plaza y armas de Barcelona. También de la fortaleza de Montjuic, mas se toleraba que las atribuciones de gobernador de Montjuic habían sido restituídas. Por entenderlo en las  aprehensiones psicológicas  populares  en el general comandante. Debiendo éste rendir explicaciones ante el Conseller en Cap Rafael Casanova.
              Nadie suponía una cobardía mantener una sangría por un rey en efigie. Al que no le permitían compartir dos grandes tronos.    Por eso, pa calmar a los valencianos y aragoneses a los que disgustaba que la fiebre malsana de un loco deslegitimara su causa. Además el que se remarcara las libertades de un solo pueblo les irritaba sobremanera. Escribía infinitos opúsculos llenos de elogios delirantes indignos de un Casanova.  Pa que nadie reivindicara los ideales primigenios en sus propias tropas. “ Ha tenido suerte de ser catalán” A nosotros ya nos habrían matado. Y sin Fueros”
              Y escupieron junto a la zurrapa de las hogueras callejeras.
          La estrategia absurda dio buenos resultados los dos primeros meses. El populismo había creado euforia de una nueva Edad de Oro. Los posibles críticos se habían disuelto entre el frío de las noches. La ayuda a interés abusivo de los ingleses. Y los rumores de que la Triple Alianza no permitiría la quiebra del Orden Europeo. Pero los militares sabían que la situación no se perpetuaría.
            La tutela del gobierno de Rafael Casanova tuvo que hacer frente al intento de golpe de estado perpetrado por el inspector general del ejército Ramon de Rodolat. Otro cargo técnico pa un idealista confuso. Lo que más preocupaba a Rodolat era no poder dejar un aviso de sus intenciones a Casanova. Se quedó paralizado en cómo contactar con el Rey Borbón fingiendo ser él mismo el contactado. No era agradable tener que reunirse con él no en una tienda de campaña sino en una cueva abandonada entre rescoldos de hogueras malolientes.
             Éste pretendía derrocar al ejecutivo de Casanova con efectivos de la Coronela de Barcelona. Pero avistado de los preparativos indiscretos.  Éste fue detenido. Fue una sorpresa pa él que no se le reviraban sus policías al detener a un militar de prestigio. Cuando lo juzgaron al identificarse con la causa secreta. Se recomendó una especial saña. Incluso pa asegurarse que si en el futuro ellos fueran encausados por su tropa, no habría testigos.  
            Rodolat había ocupado el cargo que él debió por educación y ancestros haberse asignado. La Generalidad ya podía transferir las competencias a los elementos de menos escrúpulos. Trasegado un año el Duque de Pópoli como  70 años antes en circunstancias muy diferentes había fracasado. Exponiendo crudamente su ineficacia. La ciudadela con parches. Demacrada por los cascotes. Seguía con sus desfiles paranoicos. Su vía de pertrechos a ráfagas al mar.
                 . En la corte de Felipe V no se entendía la ineptitud del Duque de Pópoli.No había conseguido rendir Barcelona. Le tristecieron la ingenuidad de sus militares asignados. No había hundido su moral ni destruido las cohortes de sediciosos. A pesar de su superioridad en número de hombres. Era un ser delicado y exigente. Se le presionó para conseguir resultados. En realidad las cuatro galeras de la armada borbónica jamás habían conseguido bloquear el puerto de Barcelona. Estaban alejados. Guardaban un respeto sin aruñar las vías de aprovisionamiento. Donde periódicamente se recibían convoyes procedentes del reino de Mallorca y del reino de Cerdeña, territorios controlados por el emperador Carlos de Austria.  
     Casanova alentaba el cinismo del que ha perdido el poder. Conservaba el aura de un idealista que representaba todo cuánto despreciaba. Iba a dar puñetazos hasta forzar un apocalipsis. Algo que todos quisieran abandonar en los muladares de la Historia. Mientras atisbaba un golpe pa roer el prestigio de los nuevos amos. Sin generar un rencor que se volvería insoportable pa todos. Necesitaba asegurarse que los suyos tuvieran un lugar en el nuevo orden. “He sido indigno pero ansío crear los nuevos ideales.Perezca yo con tal de que los míos se multipliquen.”
                                  Tomada la posición, Pópoli instaló a los morteros en una batería. Desde allí bombardeó indiscriminadamente Barcelona día y noche.Brum ba Brum ba Brum ba. Durante todo el mes con la esperanza de forzar la rendición de la ciudad. Sin rencor pero con la profesionalidad del que ha sido puesto otra vez en evidencia.  Finalmente, tras 11 meses de bloqueo, cansado desde el comienzo de 1714, el duque de Pópoli fue informado de que había sido destituido. Siendo relevado en el general comando por el mariscal de Francia ,  quien inició el la posición. Éste inició la carnicería entusiástica final sin ninguna mística.
                 Seguido de varias figuras de la nobleza y pocos ciudadanos armados buscando cierta clemencia se despedió de las familias de los comerciantes. Rafael Casanova cuya presencia exigían sus soldados no salió hasta la primera hora. Salió despelusado  a través del convento en ruinas. Hacia el baluarte de Portal Nou para arrebatar a los defensores que ponían un rictus de asco.    
                   Enarbolando la bandera  de santa Eulalia arrugada y sanguiñolenta, patrona de Barcelona,los  representantes de la diputación salieron casi por el cuello con el San Jorge. Berwick había paladeado la cultura de los teatros y le divirtió este protocolo. Había dormido en los andamios de Versalles durante años. Sabía qué infraestructuras magníficas creaba un poder estricto. Lo recordaba ante las catetadas. Así le parecían las exigencias de unos picapleitos de tenderos. Sin código de Honor. Apretaba los labios. Carraqueaba  los nudillos. A las seis de la mañana, Berwick dio un ultimátum: seis horas de reflexión “a lo Jacob”, tras las cuales se «pasaría a todos a cuchillo».
               A las tres de la tarde,con el ánimo sin ecuanimidad. Sin siesta. Cuando la ciudad todavía no había sido apaciguada completamente. el general Villarroel inició sus aspavientos impertinentes de las negociaciones de paz.  El duque de Berwick como un burócrata  isométrico declaró un alto el fuego. Sólo hasta el día siguiente. Había que alejar la espada de Damocles de una refriega ejemplar. En espera de los acuerdos. Finalmente los Tres Comunes de Cataluña resolvieron la capitulación de la ciudad.
          

                                          II
         
            Casanova en 1725 angustiado ante aquella Paz

      Recordaba a su segundo en cap mientras hacía sus flexiones frente al balcón recién abierto.Entraba una brisa fría que le daba unas cosquillas que le daban pequeños escalofríos. Escupía con fuerza contra el suelo. Y se secaba la frente en el suelo. Como había visto hacer a unos payeses en la Guerra, junto a los que se negó a comer por no usar trapos para limpiarse,ni limpiar los cubiertos correctamente con fuerza.

       Miraba con odio imaginándose su rostro y los apretones de mano que estaría dando después de aquella infame paz. Ahora daría el mismo apretón a los mercaderes de su pueblo de mar.
      Apenas salía de su cuarto con una alfombra traída de la India. Muy delgada y con vivos colores llena de polvo. Por la noche se atrevía a tirar la basura. Enfrente un vagabundo le impetraba:

    -déjelo que yo se lo tiro.

      Pero negaba con el cabeza. Apretaba el puño y seguía virando la cabeza para no verlo. Al volver se topaba con su vecino que se acercaba hacía él.

     -No puede ser, viene a saludarme.  Pero seguía su camino sin pararse ante él porque había visto llegar un carruaje.

     Sus vecinos hacía años que no hacían ningún gesto hacia él. Bajaban el rostro y se apretaban la nariz con el dedo gordo y el índice cada vez que coincidían.

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