Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

martes, 8 de abril de 2014




La pelirroja que se fué
por la que pude perder mi casa,
quizá es mejor que se haya ido
aunque deseo que se quedara.
Olvida. Pasa de eso. No busques la venganza.
Esperé verte en mi espejo
y jugaba verte mientras me miraba
en los bordes como un pantano.
Mientras comía mi perro abandonado
las cortinas de la casa.
Que te pararan los coches para saludarte en mi nombre
en el paso de cebra. Y te insultaban.
Y vi un nosequé de tu rostro
en todos los rostros que vi en la tele
y en cómo distorsionaba el fuego sobre el lodo
el aire que no grita y que no prende.
Polvo en la esquina polvo
me estanco en el tiempo
resisto mientras envejezco
sigo fúnebre parranda con los ojos.
La pelirroja que me esperaba
la pelirroja que se fué como un sereno
a quien tuve que dejar que me estafara.
Me crezco en el vacío sin quererlo
doy vueltas sobre la luz sin alcanzarla
como periscopio que reinvente de rabia
sin entender la presión que nada
en arenas movedidas vestido de neopreno.
Y siempre me echan la culpa
y sin fuerza siempre me callo
y pienso cursi chorradas.
Y sin fuerzas siempre buscan algo
 mis brazos para apoyarme para agarrarla.
La pelirroja que se fué
quizá era una golfa quizá una niñata.
Me quitó la imaginación de los versos
y los barcos llenos de maravillas
fastuosas de recuerdo en la mañana.
Ni siquiera le di la oportunidad
de que me llevara la contraria.
Ahora que estarde como fué siempre
que sólo importa esto y  ya no importa nada.

Te amo deseando prender tu fuego en arena seca.
Te amo y veo tu belleza como un hechizo terrible
-deseando que la marea suba sin olas
para llenar las grietas de las rocas
sin chocarme con ellas-.
Te amo y grito una maldición como una trinchera
llena de detritus en el hueco del rincón del armario
para no molestar a nadie.
Te amo y no quiero que me atraigas para no intimidarte
porque no me amas.
Merodeo y quiero verte como si quisiera
en la noche siempre solo.
Te odio pero te entiendo y no te odio.
Te odio en mi autodesprecio sin lágrimas
brilla una absurda esperanza.

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