Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

miércoles, 9 de abril de 2014

Todas las ruindades y miserias de Dostoieski nos hacen sonreír
de complicidad.      
             Los barrios arrabaleros llenos del vaho caliente de las comidas,huyendo del frío glacial que hace que el raño del cuerpo adquiera valor,de callejuelas estrechas,altísimas y oscuras y de los edificios solidos, grises,llenos de escaleras estrechas, con una solana estrecha, ,con tienduchas en los sotanos crea figuras confusas en discordia con los metrónomos de las otras personas. Nos recuerda el camino ruso creyendo en la concordia y la humanidad de los poderosos con los campesinos analfabetos rusos del S XIX.
            Nuestra parte negra se identifica con las miserias en las que se revuelca el genio bestial.

              Me gustaría resaltar que en todos los sentidos su atracción masoquista hizo de un antirrealista intelectual como Dostoieski un  Realista profundo.
        Es absurdo que sintiera una envidia que le hacia echar baba de rabia hacia Turgueniev "por su popularidad y la devoción de los aperturistas".Qué cómodo, contra el tímido y tristón Turgueniev al que pedía dinero arrastrándose como un pordiosero  y enfermo crónico. Pedir dinero a alguien al que se desprecia sin motivo, cuando podría hacerle mil reproches.
        Dostoieski creó necesidad de sufrimiento en una sociedad harta de sufrimiento. Creó demanda de muchas cosas que la gente tiraba directamente a la basura y a la que viraba la cara todas las mañanas cuando iba al Mercado de Heno sobre el río Neva.
        Pero la envidia bestial no era suficiente.
         Su atracción por dar un sentido lleno de potencia filosófica a sus anécdotas truculentas,esta llena de una extraña grandeza y compasión. Dostoieski se inventó y contó a sus malos amigos, Strajov en concreto ( un seminarista  frustrado que evocó como un reportero la parte satánica del pecador) que había estado en un burdel con una niña  en una bañera  llena de cerveza. Una niña pálida de mejillas sonrojadas en la mejor tradición decimonónica.
         Nos pasamos la vida atraídos y repelidos por esas vidas extremas como si tuviéramos alguna obligación con ellas.

       Me gustaría resaltar que en todos los sentidos su atracción masoquista hizo de un antirrealista intelectual como Dostoieski un  Realista profundo.

        Siempre se rodeaba de amigos ambigüos,que le difamaban a sus espaldas y que ni le consolaban en la adversidad, asumía deudas que podía eludir( las de su hermano,en vida y después fallecido, aunque no hubiera documentos probatorios...) lo que frenaba su posibilidad de prosperar, le gustaba que su amante adolescente Paulina Suslova le humillara cuando estaba todo acabado.Y arrastrarse tras su 2ª mujer: Anna Snitkina cuando contraía sus estúpidas deudas de juego.
     
       Es como el hombre sufriente que se mete en el pozo de porquería para conseguir el imposible golpe de suerte. Que se pone a despotricar contra todo y que adquiere una ideología retrógrada pero con una gradación de esperanza. Que se engaña con cualquier brisa suave a favor. Las mujeres de Dostoieski o de Tolstói tuvieron que sufrir tragedias estúpidas toda su vida. Nada que ver con las mujeres actuales de los últimos 35 años.
           La mujer de Tolstói pasó por depresiones media vida y la mujer de Dostoieski se lo tomó con distancia por las ruinas cíclicas por dejadez de estos hombres que ganaban dinero o tenían propiedades.

        Dostoieski tenía una atracción curiosa hacia los ambientes degradados. Los tugurios rusos del siglo XIX, los hostales baratos, los mercados al por mayor de barrios populosos,los cuarteles que se caen a cachos del ejército.Allí donde nadie te juzga por tu forma de vestir. Y donde una persona educada puede pasar por alguien productivo integrado en la sociedad.  Eso representado con toda lealtad.
       Su personaje pasea por la ribera sucia, llena de deshechos y madera tirada, del río Neva y en ese arrebato de alegría que necesita toda persona que arrastra un trastorno depresivo durante años, suelta:
 ¡ qué hermoso!. Y cuando perfilamos tanta confusión un borracho que levanta de un banco al lado, que estira los hombros. Que estira los brazos, después de una sonrisa asquerosamente infantil despotrica: ¿qué dice este simplón?¡bah!.  Y alguien que necesita la misma alegría pero que necesita más llevar la contraria, echa un escupitazo y se va rápido antes de que el otro reaccione.
       Y después la soledad del millonario borracho que sueña lascivamente con  adolescentes mudas y pobres y abandona su fortuna desperdiciada,como huyendo de una pesadilla. El delirio de grandeza de un estudiante eterno. Todo este ráfago respetando tanta incoherencia desde dentro. Esto es Realismo.

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