Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 21 de abril de 2014


La impotencia del escritor ante el sufrimiento



¿ Has pensado que los cadáveres de una Fosa Común
del Psiquiátrico son más valiosos que los de los aborígenes
en sus frágiles mortajas de hace 2.500 años?.
¿Has pensado que el que recorrió con su pié
todos los socavones del absurdo,
todas las historias de la autodestrucción
sin desear que nadie le cuidara para nada,
hasta que se le cayó las coronas de la cabeza,
y tropezó con ellas merece más que la Historia?.
¿Se podrá recitar el sortilegio de las historias
en Hollywood en cualquier campana
de cualquier sitio de la Tierra?
¿Un buscavidas que ha buscado decenas de formas
de buscarse la vida, limpiando coches,
robando cobre, estafando a ingenuos,
más que al Rey de un Reino de 30.000 personas
al que nadie le robó el oro de su Tumba
por qué nadie le atribuyó prestigio?
¿qué distinción buscamos en las historias de dolor
sino es en una Tertulia de Academia de París
sino en un tugurio de Dasein?
¿historias sin nombre de huésped
que no descansan en ningún césped
sino en la cal que apacigüa su olor? .
Cuántas historias absurdas cuyo valor
es que no tendrán nunca valor
sino como historias ajenas a sus nombres.
Historias cuyo valor es que han sido vividas
artificiales, insoportables de dolor, malolientes,
sin recompensa,admiradas sólo de lejos...
Hay fosas comunes a las que mejor
no ponerle flores viejas
porque los perros se desahogarían en ellas
y después dejarían escombros ...
y ramas de palmeras con púas
y robarían las flores.
¿Cuándo firmamos un compromiso otra vez
con el sufrimiento?¿ quien nos obliga a mirar de nuevo?,
quiero pintar de rosa los puentes con candados con letras
ver como se deshacen los confesionarios de hielo,
y el tedio eterno de las plataformas petrolíferas
¿es esta la devoción ante un semen de lepra?.

Y de aquel en la Goleta que escupía a su madre
en la hora de la comida y la perseguía
para golpearla en la cabeza con la cacerola.
Y aún el que sufre es leal a la guerra y a sus dictadores.
Y ama los recortes contra los desheredados,
y defiende la tortura como una tradición
y sólo ve tapas de ataud en las tablas de surf.
Y quién sufrió novatadas no esconde
en su alma el don del perdón
sino que quiere que los demás sufran más
y no ser él el último vigía ante el pelotón,
sino los remordimientos en las noches pálidas
mirando la tierra árida.
Y provoca más ira de la que hay
y le humillan con más fuerza delante del público
y deja de quejarse para evitar más reacciones.
El que huyó cuando no había peligro
por miedo a su propia debilidad.
Siempre huyendo, siempre mintiendo,
siempre sin reconocer las cosas
que no se atreve a hacer,
siempre fingiendo tener más méritos
que la persona con la que habla superficialmente.
Y al que cuando le insultaban no respondía
y que se sentía más ridículo cuando respondía
a destiempo, con voz infantil,
para enfurecer más al que le insulta.
Estamos amenazados en la cuenta atrás de San Valentín
para rememorar con las piñas para remojar
en agua salada la imaginación y la belleza...
Cuando abro las cortinas de bolas o macarrones
de las puertas no me cubro de las moscas
sino de moribundos dragones
que cuentan historias.
¿Acaso el sufrimiento merece recompensa
o bajar la cara y comer las sobras
que robaron de la despensa?

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