El que tiene miedo no sabe querer.
Todos sois valientes y sabéis querer. San Juan
Cuando se impulsa a alguien a escribir un libro descubres tu propia vida con otra lógica,a alguien sacrílego de sí mismo por el que no sentimos desprecio,sino agradecimiento por su universalidad anónima. A alguien que es como un agujero,como dijo Lampedusa,y de pronto ves como ese chico encroquillado del rincón te hace una obra maestra sin juicios de valor. Y después de muerto,vas a preguntar por el genio a su barrio y un contertulio del bar te dice: Sí era un tipo solitario y raro que se pasaba las tardes en el banco mirando el césped.
¿Pero en qué trabajaba?deberían haber registros en la seguridad social,
¿pero tendría que tener a algún familiar? debería estar en el registro civil,
¿con quién vivía?¿vivió siempre solo?
por su nombre debería estar registrado en su D.N.I. algún lugar de residencia.
¿No había nadie que pudiera escuchar con simpatía a alguien así?¿nadie que quisiera saber cómo estaba?.Y uno se sonríe de ver con simpatía a alguien desconocido,¿por qué sería así? deberá de haber motivos duros.Hay pocas cosas que marquen tanto una vida de cuajo.
Pero no queda nada absolutamente nada del genio. Solo un nombre,referencias de notas, de trabajos alimenticios vulgares, de la vida de un solterón desarraigado. Pero hay que seguir buscando tiene que haber rastros de su genio por alguna parte. Su patrona no se acuerda,sus padres habían fallecido...
Solo el desprecio curioso de un borrachín del bar que habló ocasionalmente con él algunas veces. Le llamaba la atención porque el camarero le afeaba que no tuviera fuerza para dar un portazo para cerrar bien la puerta del bar por lo que se escapaba el calor.
Veían el televisor erguidos,tiritando de frío y con la boca haciéndose cosquillas con el humo del tabaco, lleno de odio porque a un pijotero asqueroso y facha como a Vargas Llosa le dieran el premio Nobel.
-Si yo hablara de esta ciudad,de la conquista de esos analfabetos cizañeros y rencorosos,de la Guerra Civil y las listas negras y como los asesinos consiguieron llegar al poder en democracia,de los amantes suicidas de la calle de las putas, de los corruptos millonarios del Partido Popular a los que aplauden en las fiestas de los empresarios,y que se lo den a ese cretino.
Y ese hombrele puso la mano sobre la suya al otro para que se calmara,para que se callara. Puso sus monedas como si fuera un collar perfecto sobre la barra y se fue sin esperar la vuelta, con rapidez despidiéndose con una delicadeza exquisita fuera de lugar. Dejó una carpeta en la barra por la que no volvió e intentó dar un portazo sin conseguirlo, porque le habían llamado la atención antes,y nunca nunca volvieron a saber nada de él.
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