¿Quisiste morir en la belleza
que no probaste?
¿O a la que tuviste miedo
o a la que descubrirte tarde?.
¿Maldecirás tu placer
como al áspid del faraón?
pero no atrevo a maldecirte
porque sería una traición.
No te pueden dignar ya las máscaras
ni la alquitara que imaginas
ahora rodeado de cáscaras
¿al glorioso envidias?.
veo tu frágil mortaja
ahora que nadie te echa en cara
entre el tabaco de tu piel agotarte
el humo del placer que acabaras.
Ni incentivo ni recompensa
recordará tras gritos de la cobra
tu cuerpo sobre la hoguera
del chantaje de la gloria.
El horizonte es el placer
del que nadie vacío escapó.
¿Cómo podré llamarte vago
si sería un delator?
Pero eterno estarás escondido
del horizonte de tu placer
del genio que pudiste ser
y del asombro del marino.
En ti el drago muere mil veces
y cuando rajas su sangre
la raza a quien no perteneces
insulta al turista al vinagre.
Nada queda en tus huesos
de morte-ro a la catedral,
recuérdate en tu sueño
que nadie va a despertar.
Amanece tan pronto
que sentí un escalofrío
al verme en tus ojos
de polvo y sueño perdido.
¿Qué mujer te pudo amar
qué leyenda del Teide
pudiste consagrar?
¿y al fin quién quisiste?
Los recuerdos te iluminan
y en la noche árida del suelo
parece que solo los dioses
te puedan sudar en el sueño.
Y el frágil cadáver
sobre la mortaja
será un misterio
que ni posa ni cuaja,
tanto dolor tanto recuerdo
bajo tu tronco seco
y en la noche ágil
tú eres un pergamino frágil
sin lector ni recuerdos.
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