Nunca gozaré riendo el sol bastante
verte enterrado sin tumba en pena,
diseminado como luz en arena
qué reflejo en alta mar distante.
¿Quién será con tanto odio este árbol?
mi inteligencia de odio me envenena,
e infecta con orgullo lo que drena
de golpear con mi cadena el mármol.
De esta marea que vuelve no pido indulto
que al disculparme rezaré un insulto
al que me proteja del sol inerte.
Destierro ahueca en lo que forma parte
y el placer que te destruye ha de helarte
qué insultes al desierto hasta la muerte.
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