¿Quién ama al remolino que mata
sin dejar a las viudas un rastro?
¿fue este el oro de Midas tan lejano
que amargó su avaricia sin estafa?
Quise tu clavel de aire a dentellada
quise tu broma en que crece el gusano
pero no de noche un recuerdo vano
de mis pasos de suela profanada.
Midas vio útil la riqueza que creaba
aunque ni para sus perros la probara
y lucharan por un hueso roído.
Así canso a mi pasión frustrada
dando puños al pasado y a la nada
cumpliendo contra ceniza mi castigo.
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