Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

jueves, 31 de agosto de 2017

Ya no tenía que pagar mis deudas


Por fin conducía de noche mi BMV peregrinaje al aeropuerto había acabado la relación, una relación de dependencia con mi mujer. Había visto durante años aviones despegando y aterrizando mientras yo siempre me quedaba aquí y este sería mi paso definitivo para cortar con el pasado.
Iba a 120 por la autopista y de pronto la vi en la Avenida y frené allí mismo ocupando cruzando dos plazas de aparcamiento. El coche detrás de mí me pito “¡pedazo cabrón!”. Se no vuelvo a Canarias me da igual que me pongan una multa.
La seguí durante unos segundos porque no quería ser brusco y porque Paloma estaba tratando de ignorarme. Lo que más destacaba de ella eran sus tacones de aguja que sonaban con fuerza desde lejos. Tenía algo de militar.
Al lado nuestro había un pescador matándose dando martillazos con un palo a un pulpo viscoso que chapoteaba. Entonces fue cuando le toque por la espalda e intenté sujetarla por el antebrazo. Intento zafarse sin decir nada.
“Hola orgullosa”. Le dije intentando ser irónico pero me miro con mala cara. “Quiero que sepas lo muy importante que has sido para mí, y aunque nunca hubo nada entre nosotros quiero que sepas todo lo que significaste para mí”. “- ¡No te permito que me toques!,¡no te permito que me toques!. ” La segunda vez me gritó casi sin fuerzas. Logró zafarse y se fue.
No sabía tampoco qué decirle. El pescador delante de la escena me miró sin saber cómo reaccionar. ¿Aquello era acoso?. Ahora tenía las palabras justas que desde hacía más de 10 años quise decirle, pero ni encontraba el tono, ni quería escucharlas, tenía que aceptarlo.
Era increíble como aquello había cambiado radicalmente mi vida, pero bueno nunca le explique los motivos y seguro que ya querría escucharlos. El pescador cogió el palo y volvió a dar dos golpes hasta calmar al pulpo que ya no reaccionaba y a levantarlo como un trofeo. Sonreí un poco por haberme atrevido a seguir mi arrebato.
Cuando volví al coche me habían puesto dos multas por el salario de un mes. Las arrugué y las tiré a la papelera. Subí al coche y empecé a conducir sin apenas ver la carretera porque tenía las luces rotas. Iba a empezar una nueva vida y ya no tenía que pagar mis deudas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario