A finales del año 1937. Lo primero que vieron los periodistas franquistas cuando llegaron a la fortaleza de Villa Cisneros fueron unos 70 centinelas muertos sin restos de bala ni señales de violencia. Tirados en su puesto de vigilancia en una Fortaleza que se había quedado sin sus 300 presos.
Villa Cisneros era una gran fortaleza sencilla pero inexpugnable en sus 52 años de historia,en un cabo estratégico para el Puerto Militar.
Los 300 presos fueron cogidos en un supuesto mitín en las enorme nave de empaquetamiento del plátano que dos días después del Golpe de Estado hacían en Telde EL SINDICATO DE UGT en realidad para repartir armas hasta esperar ayuda exterior. Allí fueron solo unos pocos hombres porque obviamente se había extendido la noticia de que era una trampa.
Pero los pocos que fueron viéndose en la comisaria,torturados ante la única posibilidad de sobrevivir se pusieron a cantar todos los nombres posibles: primero los escritores e intelectuales a los que tenían más tirria,luego a los sindicalistas,y después a aventureros y desertores de todo pelaje: en total 300 hombres.
Les llevaron en barcos oxidados y trémulos a Villa Cisneros para que la población canaria no se escandalizara de lo que pensaban hacer con ellos. Desde la vieja fortaleza de paredes de cal desde un lado se veía el mar crispado, desde el otro el desierto y unas cuantas aulagas.
Muchos centinelas de la prisión pertenecían a los mismos barrios que los presos.Mientras unos se habían apuntado a la Guardia de Asalto y como tras el Golpe les nombraron como fieles tibios a la causa los dejaron en la Seguridad de la Retaguardia en funciones de retaguardia.
Para huir de Villa Cisneros había que atravesar 18.000 kilómetros a pié o 35 kilómetros navegando a cabotaje hasta la primera ciudad de Marruecos bajo Gobierno Francés. Todo en la Fortaleza había envejecido prematuramente porque todos eran materiales de muy baja calidad.
Allí trabajaban desde la madrugada en levantar empalizadas y construir más paredes de cal contra ningún enemigo sin protegerse de los rigores del desierto. Hasta que pasados unos meses en que el poeta Bargía Cabrera estaba cansado de aprender a escribir correctamente decidió fugarse, en una cueva celda decidió huir.
El comandante Barraguete exiliado en Canarias porque se había acostado con la mujer de un superior durante la República, lo dijo claramente en el comedor a primera hora "algo terrible va a ocurrir esta semana". El subcoronel estaba harto de que se cumplieran sus maldiciones.
Y le dijo "señor,aquí nadie tiene absolutamente a nadie donde huir ni los presos,ni los carceleros. El único peligro es que nos maten y se queden en la cárcel a la fresca. Hasta que vengan las reservas a sustituirnos y ocurra lo que de todas maneras es inevitable".
Y mientras se comía el gofio reseco como si fuera un camello replicó: "hay que hacer una nueva fortaleza e instalarla una instalación eléctrica".
Aquello era complicado porque era una tecnología muy cara que solo se usaba para la nave de congelación la comida caducable. El electricista de la base fue a comprobar que la instalación eléctrica estaba bien y que había capacidad en caso de trasladarla a una Fortaleza nueva.
De pronto al día siguiente hubo un accidente y la palanca se rompió. Los centinelas viendo que la comida se iba a perder y como apenas les pagaban,decidieron arramblar con todo lo que pudieron y dejaron medio vacías las despensas. ¿Al final y al cabo qué les importaría a los cargos superiores un adelanto en la comida que les correspondía?.
Al día siguiente el comandante Barraguete en su despacho con una decoración de safari africana completamente fuera de lugar se enteró de lo sucedido. "No lo puedo permitir,mucha de esa comida iba también para los presos y sobre todo me pueden acusar de corrupción. Decir que fui yo el que lo mangue todo. Recordó su época de Annual.No puede ser".
Mandó reunir a sus tropas en el patio de la Fortaleza y les dio un mitín.
"Los que roban a su patria y más perteneciendo al Ejército son la escoria de la Humanidad. Esta tarde se arreglará la congelación y espero que sea devuelta toda la comida. En caso contrario, empezará a haber condenas por robo y expulsión del ejército".
Como las celdas de los estaban pegadas al patio,todos se enteraron del mitin y el poeta Bargía Cabrera vio que aquello podía ser una oportunidad de fuga,y empezó a hablar con sus compañeros sobre la posibilidad de una huida.
Mientras tanto los centinelas estaban asustados. Para ellos la condena por robo suponía la expulsión del ejército, la cárcel e incluso penas graves. Pero tampoco podían devolver lo robado,aquello era una tragedia sin solución. Hasta que Minik un muchacho desgarbado,pálido y a medio afeitar dio con la solución.
"El comandante lo que no quiere es que esto no trascienda. Es sencillo,como no podemos devolver lo cogido. Incendíamos la nave frigorífica y decimos que lo que estaba dentro se quemó y ya no nos podrán pedir explicaciones, el ejército se encargará de surtirnos cuando se enteren de que nos hemos quedado sin alimentos. Además somos una guarnición que nunca les hemos dado problemas,nos lo deben".
Todos los soldados pataleando el suelo sentados en el poyo del muro o alzando sus fusiles estuvieron de acuerdo. Era un plan sencillo pero había que hacerlo bien. Y como alguien tenía que cargar con la responsabilidad del incendio durante su horario de vigilancia lo que suponía 2 meses de celda eligieron al propio Minik que tenía un currículum militar intachable.
Mientras tanto en una tarde en el patio Bargía Cabrera le comentó de buen tono casi de broma que todos sabían quiénes habían robado los víveres,tanto de los presos como del propio ejército y esperaba que a cambio de su silencio hubiera un mejor trato.
Bargía Cabrera había ido cogiendo a los presos más valientes,uno a uno, les agarraba de la muñeca y meticulosamente analizaba un plan de huida,cuando hablaba de las cuchilladas que habría que dar a los guardias,si a alguien se le aceleraba el pulso lo excluía del plan. Así fueron elegidos Luis de Vargas y O¨donnell para dirigir la fuga.
Dos soldados incendiaron la nave por la noche,pero el propio Minik desolado pensando en los 2 meses de condena, no vigiló bien que el incendio no se propagará al otro compartimento de la Vieja Fortaleza.Así que se extendió el incendio por el bloque de los militares y del odiado consumo.
Lo primero que hicieron los nuevos reclutas más jóvenes a los que habían puteado desde su llegada,no fue ir a pagar el incendio,sino sintiéndose agraviados de haber llegado tarde al primer saqueo,decidieron saquear el consumo por todo lo que el ejército les debía "por tanto trabajo gratis".
Cuando los oficiales despertaron y viendo la gravedad del incendio,dieron orden de echar arena,pero frente al caos reinante dieron nueva orden de trasladar a los presos a la Nueva Fortaleza donde ya había celdas,para que por lo menos estuvieran seguros durante el incendio.
El comandante Barraguete dejó el encargo a los centinelas más veteranos que no estaban apagando el incendio.
Durante el traslado hecho a pié,los presos simplemente decidieron huir desierto a través,fueron aproximadamente 300. Los centinelas no querían problemas y cuando recibieron los primeros golpes les dejaron marcharse sin oponer mucha resistencia.
Cuando llegaron al Puerto solo había un barco que era alemán,y lo secuestraron. Pusieron rumbo a Dakar donde se había demostrado que las autoridades eran tolerantes con gente de situación irregular. Ya allí libres y a salvo todos se desperdigaron porque eran demasiados y no querían llamar la atención.
Unos volvieron al Frente Andaluz y murieron, otros fueron a Valencia donde se decía que estaba el Gobierno pero justo cuando llegaron al Puerto se enteraban de que mucha gente quería huir de allí porque la República estaba perdiendo la guerra sin remedio,y desde que bajaron del barco, se pusieron a barco otro para irse hasta que llegaron los desfiles franquistas por las calles y fue demasiado tarde para ellos.
Dicen que cuando el comandante Barraguete vio como se incendiaba su Fortaleza dijo "ya sabía yo que algo terrible iba a ocurrir" y cuando se enteró de la Fuga Masiva sabiendo que tenía que haber una complicidad del Cuerpo de Vigilantes pero viéndose incapaz de empezar una investigación que a muchos les supondría una condena a muerte decidió enviar un telegrama a las Autoridades en Canarias para que la empezara.
No supo que medida tomar contra su propio Cuerpo. Pero después se arrepintió temiendo una total degradación militar y un Consejo Militar donde podían haber penas por deshonor desde la cárcel hasta pena de pena por negligencia grave.
Entonces les dijo que fueran a las bodegas del vino aquella misma tarde,que era uno de los pocos sitios que no se había incendiado. Y estando todos allí,incluso les dijo que podían beber vino para recuperarse del mal trago del incendio. Mientras los soldados bebían desde el respiradero empezó a salir como un aire turbio de mal olor y empezaron a sentirse ahogados y como con nauseas.
Intentaron abrir las puertas de madera,pero no pudieron estaban cerradas desde afuera. Gritos de espanto,gente intentando evitar respirar y subir hasta el techo para tapar el respiradero y el horror. UN terrible horror de rostros morados,retorcidos,monstruosos.
En una semana llegó el militar superior desde Canarias con un nuevo cuerpo de militares y con periodistas afines que se habían enterado del escándalo de la Fuga Masiva de los presos políticos. Cuando llegaron no podían dar crédito.
Tanto los centinelas veteranos renegridos y llenos de arrugas como los nuevos reclutas estaban en sus puestos de vigilancia en sus torretas protegidos por las concertinas llenas de cuchillas cumpliendo con su deber mucho mejor de lo que lo habían hecho en vida.
Se supone que el comandante Barreguete y algunos de sus oficiales más fieles al África Francesa pero nunca más se supo.
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