Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

viernes, 25 de agosto de 2017

Un perdón irresistible

De lejos vi a aquel hombre embrutecido con pinta de matón de la mafia rusa y a su mujer que vestía con ropa de tapadillo. Sonreí malévolo pero sin rencor. Mi padre volvía a la Tierra Árida para separarse legalmente de mi madre tras 20 años después de que la abandonara por tener esquizofenia. Un seguritas me ofreció un café con leche y acepté.

Estaba cansado del rencor y de la inutilidad de echarle cosas en cara. Veía como aterrizaban y despegaban aviones con gente que debía empezar una nueva vida. Ni mi hermana ni mi madre quisieron verlo, aunque por supuesto mi madre con su carácter infantil seguía enamorada de él,así que quedarían en una sala de los Juzgados para firmar los documentos legales. Solo yo quise verlo. Estaba en la sala de espera del Aeropuerto de GANDO.

Había pedido a los seguritas encontrarme allí, con él en aquella sala VIP que sorprendentemente era solo una enorme sala con asientos y dos meses,con una máquina expendedora y cuyo suelo estaba lleno de polvo.

Barrer el pelo de las perras del piso es un trabajo maravilloso pero una vez hecho no hay constancia de él y uno siente que no hubiera hecho nada. Tampoco espera uno agradecimiento de nadie,y como el piso es de granito se nota parcialmente si el piso esta limpio o no.

Pero al final cuando uno trabaja por los demás siempre hay agradecimiento,aunque no te enteres nunca.

Hay veces en que pedir lo mínimo al que no nos va a dar absolutamente nada es absurdo. Y la mayoría de las veces no lo hacemos por orgullo.

Entonces al verlo sentí una gran paz interior. Estás perdonado -pensé-, no quiero volver a saber nada más de ti-pensé. Y me sentí pleno,satisfecho,bondadoso.Aunque me hayas destrozado la infancia y la juventud os perdono,os perdono a los dos. Llevaba odiándolos tanto tiempo que supuso una gran liberación.

No quise verlo. Me habían insinuado que tenía el comienzo de un cáncer y les deseaba lo mejor de verdad. Te perdono dije sin tener que dar un largo suspiro ni esperar una réplica de nadie.Sí te perdono repetí exhausto como si arrancara con fuerza un tumor de azufre del pecho.

Cuando volvió el seguritas con el café con leche se encontró la sala vacía,yo había dejado el dinero sobre la mesa para que invitaran a mi padre.

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