Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

jueves, 31 de agosto de 2017

Resurrección en verano


Magnolia cogía las fotos de espaldas y las iba rompiendo de una en una aunque era un paquete enorme de miles de fotos. Era una relación de 12 años que había acabado con una nota por debajo de la puerta de su novio con letra infantil en la que se despedía diciéndole que no podía más.
Ni siquiera mandó a nadie por su ropa o por los papeles del trabajo. Magnolia al comienzo empezó a romper las fotos cara a cara, después vio que era demasiado doloroso y las rompía de espaldas.
Todas las fotos estaban mezcladas: las de sus padres en paz descanse de las que tenía pocas, las de su infancia y las de su hermano, y las de su “marido” como ya le llamaba aunque no se habían casado y las suyas. Las rompía todas sin verlas.
Lo terrible era salir a la calle, porque estaba de vacaciones y no tenía por qué salir. Antes de salir se quedaba escuchando detrás de la puerta para asegurarse que no se encontraría a ningún vecino por las escaleras.
Por la noche consiguió bajar los estrechos escalones salir y tirar su ropa de viejo al contenedor. Soñó con quemarla pero si ardía el contenedor sería un escándalo. Tampoco le apetecía que los vagabundos se quedaran con su ropa, porque sería como si él resucitara en el barrio. Así que los rompió y les echó lejía.
“Este verano va a ser largo” pensó. Además no tengo amigos, ni quiero ir a la playa. Se quedó mirando al edificio de enfrente y viendo los programas del corazón, los gritos y los insultos la animaban para fregar el suelo.
El supermercado estaba en la manzana de al lado pero encima se había peleado con una dependienta recibiendo gritos en una humillación pública y le fastidiaba mucho ir allí para comprar la comida precocinada y tener que evitarla como una emigrante ilegal que huye de la policía.
Era impactante ver su casa terriblemente desordenada y sucia y ella a oscuras mirando atentamente la televisión durante horas y horas. Pero cuando se acababa la programación, no podía evitar pensar mirándose al espejo frente a la cama.
Tenía 45 años, y no se veía bella.Sabía que aún era hermosa era culpa del maldito espejo a oscuras, pero necesitaba un arrebato de verdad para salir adelante. Soñaba con volver al trabajo por fin. Pensó en los hombres que había en el trabajo. No les gustaba pero bueno tampoco estaba de humor.
Y por fin llegó el primer día de vuelta al trabajo. Por fin. Se duchó sin ganas, se vistió de una forma rancia con unos vaqueros marrones, pero se alegró de no haber sucumbido a la tentación autodestructiva de haberse cortado toda su melena.
La puerta a la calle de su edificio le parecía que era como las Torres de Hércules. Se tomó su café con leche y cogió por primera vez un taxi va salir al trabajo. Sí por fin había conseguido salir de su casa. Después de un mes por fin volvería a hablar con sus compañeras. Se repetía que no tenía que contar nada, pero se sonreía consciente de que no tenía remedio y lo contaría.
Era libre.

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