Los rapsodas latinoamericanos de 1960 Benedetti,Juan Gelman, gracias a la angustia no tenían ningún respeto a la lengua,como tampoco lo tuvo en nuestra adoración solipsista muchas veces Shakespeare en la ambivalencia que nos anonada de sus sonetos. O en los localismos forzados de Francisco de Quevedo que parecía que ejercía el espionaje en sus propios versos y admitía hasta los más aberrantes macarronismos.
Estos poetas de tanto amasar carne de vaca para sus bistecs de lujo lo llenaba de trazas de caballos de conquistas y de galgos rampantes que habían reventado en las cazas en los trigales de verano.
Pero ¿qué era lo que salvaba a aquellos líricos? es que no huían de los sentimientos, porque a pesar de que nos disguste solo a través de los sentimientos podremos llegar a lo sublime igual que los alquimistas medievales buscaban mezclando los ácidos que conocían el secreto sagrado de la piedra filosofal.
¿Y cuántas cosas repujaron,descubrieron,calibrando y graduando solo vinagre?.
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