RETO: el libro de Moby Dick, un puñado de caramelos, una casita y una estrella de mar.
Mientras comía un puñado de caramelos en la Cicer de puro nervio me acordé de su casita en Guanarteme. De la madre que volvía de trabajar a las siete de la tarde de vendedora inmobiliaria mintiendo a los clientes.
Del hijo "gandul" de 40 años al que despidieron de la lavandería y que llevaba en paro encantado desde hacía tres años diciendo que iba a escribir una obra total. Primero rompió la mujer con él, los amigos,y se fue a vivir con su madre, después tras la pelea con su única hermana dejó de visitarlos y se quedaron solos.
SE pasaba escribiendo todo el día encerrado en la azotea soñando con publicar una obra maestra,pero aunque intentó que le publicaran en una revista digital local nunca lo consiguió.En su mesa de noche solo había un libro de Moby Dick de una antología infantil con las escenas cumbres. Su madre a la corregía y gritaba en la calle y en el súper en público le repetía que tuviera o no razón,tenía que trabajar en lo que fuera.
Solo bajaba del palomar de la azotea para coger dinero de la cartera olvidada de su madre,de comida olvidada en la cacerola o en la nevera. Su madre se hartó,puso un candado en la nevera. "Qué Dios se lo lleve, así estará mejor". Una noche su madre le colocó una estrella de mar traída de Italia en la mesita de noche,un regalo que le había dado cuando acabó su ciclo superior de contabilidad,cuándo prometía tanto.
A la mañana siguiente se encontraron a Alceo en la arena de la marea alta rodeado de hojas. Su madre cogió todos los papeles de su cuarto y los tiró a la basura. Dijo que no hacía falta funeral porque Alceo creía que era hipocresía. Puso la foto de su hijo de la orla en el centro de su comedor,hablaba con orgullo de su hijo contable y "medio abogado como si dijéramos".Nunca volvió a hablar de literatura,ni a invitar a nadie que se la nombrara.
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