Cuando nos volvíamos a poner los calcetines tras pasar la cascada de vuelta del Roque Nublo la colombiana tuvo el valor por fin de reconocerlo con una voz tímida. - Vine aquí para cuidar a un matrimonio de ancianos y al cabo de una semana el señor se murió entre mis brazos.Como un pajarillo. En un momento la señora entró por la puerta y se puso a llorar y como a gritar sin fuerzas. Ahora no puedo dejarla,no puedo, se derrumbaría. Sus hijos solo llegaron al anochecer para llamar para prepararlo todos los preparativos, pero así muy solemnes como remilgados.
Al final tuve que ser yo la que le vio morir cuando a mí no me tocaba nada de ese señor. Primero se quedó blanco y rígido y con el paso de las horas se quedó como muy amoratado. Aaay. Le puse un pañuelo en la cabeza para mantener la mandíbula,y me llamaron la atención porque no les gustó pero simplemente lo dejaron así.
Fefa le respondió -tú pídele un aumento de sueldo,no solo trabajas en negro sino que encima te están explotando.Lo sé porque también a mí me han explotado. Díselo a los hijos, ¡así!. Éstas no son las condiciones que me dijeron, quiero un aumento de sueldo.
-No,pero ahora no le puedo pedir a la señora un aumento de sueldo. Se pasa todo el día tirada en el sofá viendo la televisión sin enterarse de nada.Es cuestión de semanas.Yo ni salgo de casa. -Bueno, yo te lo digo te están explotando y al final no te darán ni las gracias. O sea gracias y a la puta calle. Al lado yo sonreía despelusado con bochorno y vergüenza ajena. Me había comido un sándwich sudado y aplastado al borde sangriento del Roque Nublo y con el vértigo de lo vertical sentía que era uno de los momentos más felices de mi vida.
Sin embargo, a mi alrededor la gente seguía en la lucha por la vida sin contemplaciones. Veía de reojo los piés de la señora llenos de ampollas y con un sabañón de pisar por las piedras y las manos rojas.(No me creo que la obliguen a lavar a mano parte de la ropa,cuando todo se puede lavar en lavadora, pensé). Y mientras los hombres del grupo se llevaban la contraria a grito pelado por cómo se habían creado aquellas cascadas recapacité por el sentido de la lealtad con unos desconocidos.
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