A principios de octubre no tenía ningún perro en mi piso de 70 metros cuadrados más 5 de solana,ahora a comienzos de abril tengo tres cachorros. Buenos perros los tres,¿pero cómo voy a salvarlos a todos sin hacer de mi pisito una perrera?. Uno de ellos Caruso se orina en todo el piso,y tiene la inicitiva de morderme los muebles y arañar las paredes.
Caruso era de un amigo en cuya soltaba a mis cachorritas pero peleando por morder un palo le arañó un ojo y le hizo una herida impactante y superficial que chorreó bastante sangre. A Caruso su primer dueño lo abandonó en un canecón de la basura y se nota que esta acostumbrado a escarbar en la basura. Además cuando nos lo llevamos de la finca en el campo para traerlo al veterinario,aquí en la ciudad.
Se veía que en sus dos meses de vida apenas lo habían limpiado y le habían pegado bastante porque siempre estaba como resguardándose,aunque también tiene reacciones violentas pero no aguanta mucho tiempo con esa actitud.Mi amigo solo quería tener a dos perros para que le guardaran la finca y sentí la culpa de que al pobre con lo mal que le había ido,encima se hubiese hecho una herida.
Soy blando,transparente demasiado transparente,ni puedo mentir-me cogen rápido- ni tengo margen,con sentimientos de culpa por tonterías,con demasiada empatía,con demasiada bonhomia,y poca elegancia. Uno imagina la crueldad de los nazis ahora que tengo que devolverlo a su pequeña finca donde por supuesto será más salvaje al cielo abierto y por tanto más feliz.
De los nazis se envidia su crueldad sádica,lo mentirosos que eran y hasta qué punto pudieron glorificarse,(y por poco imponer sus mentiras en la Historia),su voluntad férrea y su elegancia.
Pensé en la chulería de Heydrich y en la efigie renacentista de su rostro mortuorio,en la chulería de aquel oficial que le llevó a una muerte correosa.
Cuando me despedí de Caruso sentí una bendición de saber que mi piso no volvería a estar lleno de orina de un cachorro al que no podía parar.Y un canario sencillo me pregunté,estos nazis que lo tenían todo,toda Europa,¿para qué atacar la Unión Soviética?¿para qué declarar la guerra a Estados Unidos?¿para qué matar a tantos pueblos y razas qué hubieran podido serles útiles?.Y me volví así a casa,liberado de aquella pesadilla melindrosa.
Pensé en la chulería de Heydrich y en la efigie renacentista de su rostro mortuorio,en la chulería de aquel oficial que le llevó a una muerte correosa.
Cuando me despedí de Caruso sentí una bendición de saber que mi piso no volvería a estar lleno de orina de un cachorro al que no podía parar.Y un canario sencillo me pregunté,estos nazis que lo tenían todo,toda Europa,¿para qué atacar la Unión Soviética?¿para qué declarar la guerra a Estados Unidos?¿para qué matar a tantos pueblos y razas qué hubieran podido serles útiles?.Y me volví así a casa,liberado de aquella pesadilla melindrosa.
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