La plenitud del sol de abril es cruel porque nos hace ver el doble las cosas que hace brillar.
Cuando hay el fragor de un restaurante,una Facultad o una cárcel uno quiere poner una bandera o una cruz para que la gente se tenga respeto a sí misma, y para los que desde fuera nos juzguen no tengan misericordia. Uno escucha la impertinencia del camarero que a veces saluda y a veces no devuelve el saludo y uno pide más siempre más.
Cuando ves a una buena persona que es un privilegiado en la cultura,o sea bufón con título a lo divino en sociedad,lo odias aunque le tengan cariño y una profunda indiferencia sin forzar. Por ejemplo,los profesores de universidad que no estrujan sus clases y a sus alumnos apasionados frustrados y vendidos.
Pero si es un privilegiado al margen de la sociedad,solo ves desprecio y una tolerancia empobrecedora,que solo se puede salvar por el amor a la cultura de esa marginalidad.
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