Los manieristas orientales suelen ser mejores que los clásicos porque no nos restriegan su talento técnico de que son unos genios y pulen sus defectos. En Occidente un manierista exagera los rasgos para destacar,en Japón reivindica lo volátil para que le hagan caso.
La trama va de una mujer que trabaja en una Residencia de ancianos seniles,acaba de tener un aborto y se centra en un viudo que echa mucho de menos a su mujer y,después de que en un paseo el coche se les quede en la cuneta, acaban en un bosque perdidos donde de alguna manera esta el aura de la mujer muerta o su "tumba".
La película tiene la sensibilidad quintaesencialmente japonesa y se nota que la ha hecho una mujer humilde y sensible,porque por ejemplo no tiene el regodeo de las grandes escenas de "Vivir" de Akiro Kurosawa. A uno no le da tiempo de aburrirse. Hay algunas panorámicas del paisaje,pero no hay ralentizaciones de cámara ni interpretaciones fuera de lugar,ni estridencias para impactar al espectador.
Se graba con el ojo de la directora,y crea empatía inmediatamente.
Es una película rápida que se ve con facilidad y rapidez a pesar de su sensibilidad extrema, de la representación de lo fugaz,de lo ausente,sin la carnalidad occidental de la nostalgia. Naomi Kawase reivindica la sensualidad extrema con pudor, algo coherente con la sensibilidad japonesa y el juego.Es contar una buena historia de forma que discurre y sin incidir en los logros.
Uno no se imagina a un español representando la sensualidad con esa delicadeza,porque nos sobra carnalidad como para reivindicarla.Un español suele representar la sensualidad con carnalidad o con nostalgia como Víctor Erice de una forma melancólica.Pero somos completamente capaces de entender esos sentimientos volátiles.
Incluso la representación de lo fugaz como el viento en las ramas que es algo tan occidental: de novela negra o de la carnalidad de Miguel Hernández se representa de forma novedosa,con un solipsismo exquisito.
Hay temas que son característicos: la incomunicación en Suecia,la muerte amigable o carnal en México pero no llenan una sensibilidad. En Japón unos temas peculiares han creado una forma estética amplia de narrar.
La imagen de la presentación del film es una de sus escenas más memorables. Cuando el anciano juega de forma pueril al escondite con la cuidadora,ese infantilismo nos podría resultar irritante,pero después de haber dado a entender la ausencia de su mujer fallecida o el aborto de la chica vemos que ambos juegan a dos ausencias dentro de los frutales de la residencia.Hay sensibilidad de haiku.
El público minoritario que yo conocía en el visionado de esta película no tenía ni la vergüenza ni el decoro japonés. Incluso conocía a algunos personalmente y ni tenían cultura ni inquietudes para estar ahí,posiblemente fueron acompañando a sus chicas para ver cine de mujeres.
Es cine hecho por mujeres adultas y exquisitas en el mejor sentido: apegado a la realidad,sin egolatrías técnicas,notarial y de sensualidad delicada y rápida.De hecho aunque hay detalles reivindicativos no se incide en ellos.
Como cuando el marido casi le echa en cara el aborto,o una vez que el anciano la pega y la tira al suelo encima que le esta ayudando.
La mayoría de los espectadores eran o jubilados o amantes ociosos de la cultura,pero que incluso completamente capaces de entender la chapa superficial de la película,no serían capaces de vivir con el nivel ético de la película,que incluso considerarían estúpido para sus vidas.Incluso estoy seguro que es una película demasiado sensible que no diría nada a mucha gente.
Hay momentos sencillos pero profundos como cuando estan escribiendo con caligrafía japonesa y el anciano tacha lo que escribe ella para poner el nombre de su esposa, o cuando huye robando una sandia y cuando ella lo atrapa y caen al suelo él le pone trozos de la sandia en la boca. O cuando en la noche fría ella se restriega en él para darle calor y se desnuda y se agotan y duermen del cansancio frente a la hoguera, escenas ambiguas de sentidos diversos,y casi perturbadoras.
El film refleja un alto nivel ético, fundido con las panorámicas del paisaje verde japonés. No es casual que desde el principio salgan imágenes de ritos sintoistas que nadie fuera de Japón iba a entender. Mucha gente ociosa irá a ver la película para ser culta pero no verá sus implicaciones éticas de su cultura ni estéticas, ni a un médico o a un ingeniero eso le interesaría.
De hecho cuando empecé a ver el film ya pensé eso de que los japoneses nos vuelven a vender humo,mientras los iraníes o los viets nos venden trabaja duro de labrar templos a piedra. Y efectivamente,es así en el mejor sentido.La ética y delicadeza nipona se admira, pero a nuestra sociedad en la vida cotidiana le resultaría un tanto ridícula.
Si Naomi Kawase hubiese rehecho las películas de Kurosawa las hubiese mejorado,y echamos de menos alguna pirueta técnica aunque sea ególatra o estridente,pero es mejor así,echarla de menos,que no sobre nada.
Cuando salí del cine, quise pasear a las perras para conservar ese nirvana dentro de mí y después volver a casa a perder esa sensibilidad. Pero ha pasado un día y aún me siento más puro aunque esa sensación no se pueda comparar con nada o con el aire de la alta montaña,de los profundos bosques,o de las calles húmedas empedradas.
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