Con la muerte imperdonablemente prematura de Avicii surge una pregunta impertinente: ¿es la música electrónica una música para gimnasios y empastillados,machacona,de adolescentes,enlatada,sin sutileza,ni alma y además destruye la música como un arte delicado de enchufar,ensayar y tocar los instrumentos?
la respuesta es ambivalente, no solo ya la música electrónica es un género lleno de joyas,de grandes hits,sino que hay excepciones que son de una poesía elevada apabullante. ¿Pero por qué solo hay que dar dignidad a los géneros musicales que aspiran a la elevación sublime y no al baile o a crear entusiasmo aunque maquinal?.
No podemos ya renegar como unos amantes despechados de la música electrónica que forma parte de nuestra vida,pero tampoco un juicio crítico nos permite rumiarla como un arma que genere objeciones, o sea veneración.
¿Se puede minusvalorar un estilo de música por su modo de crearlo o por su tipo de sonido? necesariamente no: hay música para bailar con espasmos y crear entusiasmo. Avicii se esfuerza mucho más en letras y la calidad musical, a pesar de los puristas,que la mayoría de los poetas.
Esta claro que el dinero atrae al talento: en las letras,en los brillantes videos,todo eso no es el trabajo de un solo hombre,sino de un equipo y de un director de marketing. Ni es música electrónica de gimnasio,y aunque en parte pudiera serlo no sirve para desprestigiarla,ni es para empastillados de discoteca,solo hay que diferenciarlo con el estilo de música de la ruta del bacalao,para ver la estremecedora diferencia de calidad.
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