Reto: el salvavidas.
Antes de entrar a bañarme en la playa un vagabundo me preguntó si tenía algo para darle. Le di un paquete de donuts.La amaba pero era demasiado joven,nos llevábamos 18 años,tenía arrebatos de generosidad pero no quería problemas.Yuneida evidentemente solo quería jugar conmigo, martirizarme un poco, yo me dejaba por aburrimiento y por una extrema soledad. "Si los chicos que la amaban","si quería vivir,viajar y empezar a trabajar".
Cuando nos vio haciendo el cristo y cogiendo olas,Xiomara F.L. su hermana mayor aún vestida de calle empezó a gritarnos histérica desde la orilla hecha un furia mientras las olas de casi metro y medio le golpeaban. La noche anterior mientras bebíamos cerveza no había hecho mas que elogiarme,pero ahora me veía con envidia como un peligro. El salvavidas nos veía con gesto serio y supongo que para evitar la escenita nos dijo por el altavoz que saliéramos,que había resaca.
Inmediatamente,la convencí machacándoselo a Yuneida de que saliéramos. Nos costó, porque en realidad sí hacía algo de resaca. Pensé que habría un grupo de jubilados esperando en la orilla para llamarnos la atención y que haríamos el ridículo. No había nadie, solo Xio ridícula como con un ataque de los nervios de pie, mojada y sonriendo al salvavidas que la atendía,que parecía mucho más joven que ella. Y Yuneida evidentemente enfadada,que primero se puso a gritarle y viendo la situación se fue a tumbarse enfurruñada,apretando los labios.
El vagabundo me dijo: maestro,después de los donuts apetece un agüita con gas,¿tiene?. -No,lo siento. -Pues un fallo,maestro. -(¡Qué exigente el mendigo!).Sabes,qué razón tienes,vámonos que te voy a invitar algo. Sin solemnidad como el que vuelve de una guerra perdida, en la que ha hecho bien su trabajo y no tiene a nadie que reciba,nos marchamos al bar para invitarle a comer y escuchar sus proezas,y dejarme de arrastrar por tantas marañas de corrientes de olas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario