Las tres mujeres que han marcado mi vida curiosamente han querido tener hijos.
Mi sagrada madre me decía: Alfonso no te preocupes. Tú ten un hijo con quien quieras,aunque sea negrito, no te preocupes yo lo querré igual, me lo dejas y yo me sacrifico y te lo cuido. Y tú te vas de marcha,de viajes,diviértete, que te lo mereces. Y cuando tenga 6 años si quieres yo te lo devuelvo.
"Yo me sacrifico" decía, estaba sola y estaba deseando cuidar un bebé para no sentirse tan sola.Había tenido dos hijos y le daba pena no haber tenido un tercero o no tener aún nietos.
Cuando ella murió yo tenía 28 años,y mi chica tenía 20 y me lanzaba indirectas muy directas, para tener un hijo. Alfonso, si tú heredas el piso y compras un coche yo podría irme a a vivir contigo y... no sé. Y con los amigos superficiales hablaba del tema, porque no se atrevía a decírmelo directamente aunque era evidentemente. Era increíble porque cuando nos peleábamos,los ataques me los decía a la cara,pero lo de ser madre lo comentaba en reuniones con amigos,o con indirectas,pero siempre sin mirarme a los ojos.
Yo tenía 28 años,y ella tenía solo 20 y estaba acabando el magisterio infantil,pero tenía una necesidad íntima y espiritual mucho más profunda que yo,por ser padre.
A veces lo pienso y me da una punzada en el corazón,y tuerzo la boca.
Yo pensaba en aquella época en trabajar y ganar dinero,dinero y más dinero como todos los jóvenes. Y no valoré la suerte que tenía de que aquella chica de 20 años en vez de pensar con salir de marcha todas las noches y enrollarse con todo el mundo,quisiera tener una relación sólida y tuviera las cosas tan claras y estructuras. Pero ella tenía una necesidad íntima que a mí me llegó más tarde. Cuando se ve que las oportunidades se van perdiendo que te quedan pocas balas y que solo te quedan muescas y casquillos en los bolsillos.
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