Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

jueves, 10 de mayo de 2018

Ausencias circulares

Se dio cuenta de que su madre había fallecido cuando volvió a casa,oyó como cerraba la puerta,saludó y nadie le respondía en la universal soledad de la noche. Hacía tiempo que se había dado cuenta de que el misterio humano y el de las personas es insondable,que solo se puede vivir,pero no explicar,ni controlar. Con máxima candidez solo vio un ramo de rosas en el comedor,folios y libros por aquí y por allá, fue a la nevera y se encontró un montón de cartones de leche vacíos tirados,.

Ahora él tendría que llenarla con sus clases particulares en plena recesión. Se acordó de cuando era niño y como cuando llegaba su padre, sudado del trabajo con el uniforme y oliendo a tabaco virginio, su madre le decía que fuera a abrazarlo.Y él iba hacia él con miedo como dos bestias después de salir de la selva con un cansancio exhausto.

Tenía una tonga de fotos boca abajo como cromos apilados. Pensó sin verlas que no tenía ninguna besando a sus padres,que la imagen más cercana era la de esos soldados de la Guerra Civil que se despiden apretando a sus hijos antes de ir al frente.

Tengo que comprarme una perra para que me saludé cuando vuelva a casa, pensó. Recordó las penalidades ambiguas que había pasado su madre para sacarlos adelante, y a pesar de todo su genuino amor por la belleza y por la cultura. Pensaba que cuando volviera por las callejuelas empedradas llenas de rabiches que merodeaban a Santo Domingo,o cuando paseaba sujetándose por las barandillas de salitre de la Cícer mirando a la playa,ya no podría volver a mirar la belleza con inocencia.

Recordó cuando su madre bella, delicada,y separada,abría la nevera y no tenía nada para sus dos hijos, y a pesar de venir de una familia patricia de terratenientes,tenía que tragarse su orgullo insondable y salir a la calle a buscarse un trabajo de lo que fuera: de limpiadora,cuidando a gente mayor... Siempre esperábamos que en algún momento recuperaríamos el vuelo, que alguien nos ayudaría para que consiguiera un gran puesto de trabajo...pero ese momento nunca llegó.

La literatura,el arte y el amor por la belleza fueron un falso consuelo pero nunca una recompensa justa. No hay recompensas.Recordaba a su madre matándose a trabajar con la fregona,cuidando a gente mayor,los gritos impertinentes de reprimenda de sus jefes, y se ponía las manos en la cara para taparse de la vergüenza de no haber acabado su carrera. Es mejor no pensarlo,se machacaba,pero no podía evitarlo,era como el placer masoquista del que acaricia una roncha que se hincha.

Repujar el sufrimiento de su madre,le hacía sentir como si le derramaran una ampolla de azufre dentro del pecho. Se le cerraba el estómago y respiraba con la dejadez de la marea que se retira abruptamente de una playa de piedras.

Bueno,mañana tengo que levantarme a las seis a trabajar. Mejor dejarlo. Mientras estaba en el sofá acostado, vestido y encajado como si durmiera sobre un andamio se quedó mirando el florero de rosas azules. ¿Quién pondrá ahora nuevas rosas en el florero?,¿quién?







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