Año 1987, INGENIO.
El traje de terno,una especie de sombrero de bombín,y un reloj de bolsillo eran tan típicamente canarios que conseguían ocultar tras su solemnidad la personalidad infantil de mi abuelo materno,al que yo conocí con setenta y bastantes años. Los cuatro hermanos habían sido bastante infantiles siempre,hijos de una madre terrateniente prematuramente viuda.
"Entrañable" es un adjetivo infame como el de campo de "exterminio",cuando en Gran Canaria se describe de algo entrañable es una vieja impertinente,raquítica como una raspa y profundamente ignorado de la humanidad que no se quiere dar cuenta hasta qué punto destruye vidas con sus dramas de salón y su lógica marrullera.
Según la mitología femenina familiar este último bastión de los Romero de la Testamentaria de Agüimes al que casaron con 40 años con una jovencita de 25,llegó virgen al matrimonio. Los robos de propiedades,los suicidios, las enfermas mentales de la familia que nunca fueron tratadas psiquiátricamente por prejuicios atávicos eran insignificantes y por tantos ignoradas,ante este debate falso. ¿Alguien se podría creer que en sus salidas del pueblo y de las urracas desteñidas de las vecinas no fuera con algunas prostitutas por lo menos una vez al mes con esa mentalidad de pequeño burócrata por muy osito teddy que fuera?.
Me imaginaba a mi abuelo bajo el sol cascando duro,con 27 grados,vestido con su terno fúnebre, queriendo escapar de su pueblo,de sus casas,de sus fincas,para irse con una prostituta degradada del puerto, e incluso como haría el amor un hombre tan pacato, y descacarillado por los prejuicios absurdos?. Me imagino a mi abuelo dando la mano a la prostituta después de follar,posiblemente eyacularía rápido por una completa falta de sensualidad y relaciones sexuales normalizadas y volviendo a vestirse educadamente, quitándose el sombrero para despedirse de la mujer que estaría dispuesta a satisfacerle en todo y que le olvidaría inmediatamente como un pingajo ridículo cuando el cuervo se fuera.
Este sería el mundo sórdido del delito que describía Tomás Morales,y que para mi abuelo escondido en altas horas de la noche debía ser como una oficina de refugio. Lo triste del misterio del deseo es que vale lo mismo que el hombre, y que un hombre solemne sin dignidad, resulta como un hombre enciclopédico que es inútil para la sociedad y se muere de hambre.
Yo veía con odio el terno y la hipocresía patológica de mi abuelo. Para él la "locura" de mi madre ya se había curado con una temporada de descanso con leche y miel de la tierra por supuesto. Yo era un chico huérfano,heroico como lo había sido él, y cuando fui adolescente tendría mis amores platónicos y huía de las chicas y de las gente de forma entrañable como lo había hecho él.
Cuando mis abuelos murieron, mi tía se quedó con su antigua casa y con el terno de mi abuelo, con sus recuerdos,y con ellos con todas sus mentiras absurdas. Un abuelo puritano intachable, una sociedad económicamente justa donde los trabajadores vivían entrañablemente en la miseria.
Estas pantomimas les permitían ignorar la esquizofrenia que desangraba a mi madre,sus brotes brutales, la obsesión diaria,constante en el suicidio, la miseria,la abyección,dos niños que tenían que vivir una tragedia inútil y a los que vestidos en zapatillas y vaqueros había que ignorar.
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