Estábamos sentados en la terraza tomando algo sin mirarnos,como dos rostros de esfinges. A menudo me preguntaba si aquello tendría remedio. Sentía que tenía que arrastrar a Laura a hacer cosas en común, que estaba socavando su libertad, ella simplemente se dejaba hacer por un sentido del compromiso.
Un día cuando le diera una rabieta me lo echaría en cara, y aquello sería terrible porque tendría razón. No me vería como alguien que intentaba salvar nuestra relación,sino como un verdugo que la obligaba a divertirse en la calle superficialmente, en vez de quedarse cómodamente viendo los programas del corazón.
Proponerle ahora tener un hijo,sería causarle más rechazo y rencor. Era increíble. Cuando empezamos nuestra relación era Laura la que me lanzaba indirectas para tener un hijo. Cuando nos peleábamos los insultos me los decía a la cara,pero la cuestión del hijo solo se atrevía a decírmela en la cena de su grupo de amigos,o sea hablando confidencias con ellos sin mirarme a la cara, y yo me quedaba en estado de shock,sin reaccionar.
Para Laura era una necesidad íntima, pero yo ni tenía el efecto contagio de nadie a mi alrededor, ni nadie me creó ese deseo. Tenía 31 años no había vivido mi juventud y quería vivir sensaciones fuertes,viajes por una vez. Sus amigos y su familia le fueron quitando las ganas, y yo inmóvil deje que aquello sucediera.(Por supuesto,también acabé cogiendo tirria a sus amigos por meterse para mal,donde no les correspondía).
Pero con el paso de los años, fuí yo al que le fue creciendo la necesidad espiritual y vital de tener un hijo, y a ella increíblemente se le iba apagando. Y aquí comenzó la culpa y la tragedia(incipit tragoedia).
Teníamos dinero,buenos sueldos, un piso en propiedad, y en su profesión apenas había paro, y joder éramos personas medianamente responsables,porque lo más doloroso e increíble, aunque no se atreviera a decírmelo, es que ella no quería tener el hijo porque pensaba que yo no era suficientemente responsable. Expresidiarios,delincuentes, jacosos,gente que no tiene ni donde caerse muerta,muchos con hijos, menos nosotros.
Tampoco podía lanzarle ninguna indirecta como dejarle fotos de bebés tiradas casualmente,porque mordía a la primera de cambio.Nunca he odiado tanto la palabra libertad,aunque sé que era injusto.
Era como morir ahogado y el que se supone que te va a salvar,te echa la culpa de que solo te hundes porque te faltan para subir cincuenta centímetros. Veía en el parque las palomas rabiches caminando temblando,ululando y dando vueltas, y aquello me ponía enfermo de rabia.
Tuve una pelea a gritos con el camarero esfinge,un tanto impertinente, por lo que tardó en atendernos y lo caro de las bebidas. Casi llegamos a las manos.Me quedé con ganas de partirle la boca.
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