Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

viernes, 20 de octubre de 2017

Los Edificios de Samarcanda






Sofía veía con orgullo la ciudad y la calima con los nuevos rascacielos de color metálico con banderas de orgullo de la nueva época,los nuevos coches,los móviles y las tablets. Era un mundo en un progreso continuo y que podía solucionar absolutamente todo.

El egoísmo era la nueva teoría económica y psicología de autoayuda predominante tras la Crisis, el propio socialismo desacreditado había perdido fuerza.En la playa,en las industrias en casi todas partes ponían carteles de colores con figuras infantiles donde se decía "hacer negocios es bueno. Cada persona tiene que salir adelante por si mismo".


Lo importante era sentirse bien con uno mismo y ser productivo materialmente con la sociedad. Se prescribieron parte de las Humanidades y el Arte Moderno por ser deprimente,un fraude y crear un exceso de empatía hacia los vagos,los torpes y los mentirosos. Eso costó poco porque en los medios tenía ya poca audiencia.

La época del egoísmo estaba en pleno éxtasis: se multiplicaba la producción industrial,había productos más baratos y de más calidad,e incluso el paro llegó a bajar hasta desaparecer,ya que no había ningún puesto de trabajo que exigiera permiso alguno porque eso se consideraba un límite del Estado opresor.

A los que trabajaban no les costaba mucho cubrir sus necesidades: si tenían desórdenes mentales ponían conseguir medicamentos a precio asequible, si les costaba relacionarse con otras personas podían recurrir a servicios sexuales o buscar parejas entre inmigrantes ilegales más jóvenes. Pero estas soluciones tenían un inconveniente: es que generaban vacío y desolación, de alguna manera nada "parecía auténtico a la nueva generación".Pero cómo este era un problema subjetivo las autoridades lo ignoraron.

Esta mentalidad empezó a cundir en todas las partes de la sociedad. Cuando los inmigrantes ilegales jóvenes llegaban preguntaban qué mujeres mayores solas vivían por la zona para emparejarse con ellas. Incluso pagaban. En las noticias estaban prescritas las historias que acababan mal,o que pudieran concluir que el trabajo duro era ridículo o inútil. En cierta manera,todo estaba perfectamente automatizado.

Todo esto que a ella le asombraba se lo comentaba a su marido que era ingeniero y estaba encantado con los cambios desde que aprobaron que hubiese mayor producción de energía nuclear. En el primer senderismo que hicieron en vacaciones vio con admiración un reactor nuclear en plena zona verde de montaña. Sofía se quedó sin hablar para evitar peleas.

"Ya no queda más remedio.No hacemos más que perjudicarnos y dañarnos educadamente. Me das puñaladas en la cara y retuerces el cuchillo hasta que me tintineas los pendientes". Ella escribía inclinada y pesadamente en la noche sin ganas,pesada.

-Vale,que sí,que me dejes en paz.
-Ay.
-Todo se acaba.
-Sí,vale,sí.No me agobies como te gusta amargarme.
Ella sonreía.


Sofía cada mañana miraba a los niños al salir hacia la parada del micro para ir al colegio. Su marido desde la puerta, les daba un grito bestial para que subieran al coche, mientras recolocaba los espejos retrovisores del coche. Después necesitaba dar un paseo.

Nunca podré volver recordaba amargada. Miraba desde lo alto el buque oxidado en la Avenida Marítima y la enorme cloaca donde la ciudad expulsaba sus aguas fecales al mar. ¿Era allí dónde iban las parejas a fumar haschisch y a amar a pesar de todo? Y sin embargo ella que nunca había estado allí con nadie recordaba el sitio con un insólito cariño.

Miraba el mar de madrugada, a las gaviotas dando vueltas en las azoteas de los edificios de la Avenida, y pensaba en las calles empedradas húmedas de su ciudad.Aquella poesía también necesariamente había tenido que ser prohibía,porque al fin y al cabo no era productiva.

Se daba cuenta que aquella ciudad no existía,que los que no entraban en los parámetros de productividad por ser un mal ejemplo debían quedar necesariamente fuera de la sociedad,de los medios,de los Registros.Pensaba en la Catedral sin querer mirarla y pensaba en lo mediocre que era, en su falta total de pretensiones artísticas. Solo con intentarlo hubieron conseguido algo.
La avenida estaba llena de coches frenéticos.


Escuchó como una chica al pisar hacía ruido con la alcantarilla y de pronto volvió a Canarias. Hizo mecánicamente un gesto bajando la cabeza moviéndola de un lado para otro como si le recriminara ¡qué bruta! . Y desfiló al trabajo sabiendo que perfectamente que en cualquier momento podía cambiar de vida, pero que no lo haría jamás por comodidad.
Ella miraba aquel mundo aséptico,horrorosamente aséptico y no sabía por qué siempre debía estar fuera de lugar,por qué siempre buscaba sensaciones fuertes,por qué siempre fracasaba, ¿sería una mala madre?.

Sofía amargada antes de volver a su sitio, se encogió se hombros y volvió a levantar la alcantarilla hasta recolocarla sin que el óxido hiciera el más mínimo ruido. Y entre lágrimas miraba un pequeño cartel colocado en la puerta de la parroquia de enfrente. En el cartel había un foto desteñida,horrenda de ella,y en ella ponía "Sofía de 33 años. Se busca". Y allí desde la alcantarilla Sofía veía el mundo al que nunca pertenecería.

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