Buff vaya imagen Puigdemont presionado por los suyos y detrás los de ERC y la CUP apretando mientras leía la pantomima de Declaración de Independencia. Ni siquiera se ha quedado en el Palacio de la Generalitat de Barcelona,ni ha salido al balcón solemne como un Churchill, no ha arengado a sus masas que han pasado horas y horas hasta que han decidido irse de la fiesta con música pop de la Plaza de Sant Jaume.
Carles es un hombre tranquilo y manejable que ha soñado toda su vida en la pastelería de su ciudad tranquila de Girona la independencia mirando a su callecita. No tiene madera de líder,ni siquiera de aglutinante han sido por detrás los que le han empujado al abismo como se ha visto hasta en la pantomima de Declaración de Independencia.
Puigdemont ha preferido ser un insensato,y cumplir los sueños imposibles de toda su trayectoria, y transmutarse en un héroe para los suyos aunque dudó hasta el último día, que en un traidor y ser despreciado por todos porque nadie le iba a aceptar,si hubiese sido al revés hubiese dado para uno de esos poemas de Kavafis«un hombre que al ver el abismo evitó la catástrofe para los suyos»,pero es la pasión de una época y debería haber correctivos.
Sabe que va al abismo,pero le da igual, su gente fanatizada le quiere y tiene un puestito en la historia del independentismo como Companys, seguro que dentro de 80 años lo catalogan de héroe. Así funciona el independentismo.
Gracias al cielo a que el independentismo no ha tenido líderes de nivel,ni siquiera fanáticos,los fanáticos han sido los que han tenido que seguir empujando a Puigdemont hasta el último momento,porque el Gobierno del PP en ningún momento ofreció una vuelta atrás con derrota mínimamente honrosa.
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