Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

jueves, 4 de diciembre de 2014

La falta de amor de los hispanohablantes por la gramática

"La falta de disciplina en el trabajo lleva a la chabacanería verbal y humana, al arrebato improvisado (la hombrada)."

          Es curioso que los hispanohablantes seamos "comodones" para buscar las sutiles diferencias entre el significado de dos sinónimos.  Por ejemplo, "alumnos o estudiantes", "conducir o llevar" el coche, y uno entiende que esto depende de estratos psicológicos que quieren machacar la memoria y no tomar conciencia de la gramática.

           Uno tiene conciencia de procesos psicológicos que se repiten aunque no encuentra un hilo de fibra óptica conductor.    En los talleres literarios uno ve en vivo a personas brillantes de aspecto ridículo, ( hombres estrambóticos o jovencitas timidísimas y sin voz) con ideas falsas sobre todo, y chabacanas, con un cariño paupérrimo a la gramática, que tienen una potencia notable psicológica o descriptiva de situaciones. Por tanto, aquí existe la paradoja de cómo diversas personas pueden entenderse y llenar de vida un texto confuso. Uno no puede tener prejuicios sobre el talento de nadie, sino rapidez ante el talento sea intrínseco o sea episódico de una Escila sin experiencias vitales llamativas. Uno no sabe si esto se da en Canarias o en todas partes.

         Así es, que en la música estas diferencias apenas se notan. Por lo general, las letras de las canciones son más auténticas en lo cotidiano o menos esteriotipadas en los temas sublimes que la poesía, aunque son mucho más superficiales. Y la poesía visual casi nos lleva al solipsismo. La comunicación nos explica con un estrato subliminal. Lo políticamente correcto no nos permite entender o expresar cosas cuya explicación nos llevaría a dar por cierto "prejuicios desfasados", pero en la vida se suelen dar relaciones curiosas.

         El motivo principal del fracaso de los talleres literarios es la falta de trabajo de los alumnos. Cuando los alumnos van al taller de hora y media piensan por sí mismos, y son capaces de entender la enfermedad y lo oscuro de la vida y de su superar cierto tufillo de chabacanería hacia un depuramiento de formas. Uno respira la literatura. Que es lo contrario que fomentan los medios de comunicación. Sin embargo aunque los alumnos pocas veces llegan a adquirir un hábito constante de escribir si son capaces de entender y transmitir coherentemente sentimientos profundos de forma escrita. Aprenden a saltar con pértiga inmediatamente y llegan a cierto nivel, que ya nunca superan aunque lo hagan con destellos que dejan un buen regusto.

         Una vez Carlos Alvárez propuso escribir una redacción descriptiva sobre alguien que odiara a alguien. No se permitía dentro de sus cánones un realismo mágico o nada inverosímil lo que era limitante. Estábamos en una sala de madera de exposiciones de la segunda planta de la Casa Galdós escuchando un espectáculo estridente de payasos entre los gritos, carcajadas o bufidos de los niños.
Un talento que no es capaz de escribir dos horas seguidas es capaz de escribir en media hora un texto magnífico de una hoja.

         El texto empezaba con un pantalón enorme de una linea de tender, en que una mujer recordaba a su exmarido y a la mujer que se lo quitó. Por lo que parece vivían en el mismo vecindario compartiendo una solana, casi a oscuras con dos lavadoras. El texto era impactante y acabó en unas risitas finales. El trabajo que suele templar un texto tranquilo pero con cierta trascendencia, dió lugar a un texto-chispa como un espasmo que impactaba. Además una carcajada ocasional de los niños al final del texto hizo que la gente se riera otra vez.

       No se por qué esto lo relacione con la falta de trabajo continuo, quizá aseverando que ese estilo brillante y enfermo, que buscaba encandilar todo el rato aunque era correcto era inmantenible mucho tiempo. Y había cogido el tono quizá por una falta "de ética" en el entendimiento del otro, y quizá, al final, de espíritu comunitario o sea simplemente de ver con amor las cosas, lo que era una evidente paradoja. Alguna vez me he topado con ella por la calle una mujer de 35-40 años timidísima con una voz peculiar sin apenas voz, y me sorprendió que explicara en un folio y medio tan bien el odio. A través de un pantalón enorme colgado o de una rejilla metálica que despegan o de una solana a oscuras y con olor a ropa mojada.
       Poder describir con exactitud sentimientos negativos y ensimismados no deja de entrañar contradicciones. Obligar al lector a vivir eso, implica asfixiarlo dentro de esa ética, Que un corredor haga 10 kilómetros el primero y después se agote y se tumbe,sin terminar la maratón quizá no sea extraño pero bueno, es sintomático.

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