Los Puentes de Fuego de Juan Goytisolo.
Yo no podía disimular más y reía:
-De modo que no sabes quien es Cánovas del Castillo?
-Canovas ¿de qué?
- Del Castillo ¿no sabes quién es ese señor?
-No. De verdá, de verdá, mi sargento.
-¿ No te lo enseñaron en la escuela?
- Soy analfabeto, mi sargento.
- ¿Ni Hernán Cortés?
-No, ¿otra calle de Granada?
-¿Ni Pizarro?
- ¿Otra calle?.
Para vivir aquí Juan Goytisolo (anécdota mezclada).
Esqueletor compactaba el muro a mazazo limpio. PAMP PAMP PAMP era insorportable en los oídos Por muy profesional que fuera eso lo hacía por pura rabia, un rencor reconcentrado. Además no sabía aflojar el mazo un poco con el impacto y sentía el aldabonazo en las manos y los hombros. Yo que me acercaba me paré a unos 15 metros y puse un gesto agrio. Masticaba con la muela unos millos duros como piedras y renegridos como si fuera el capataz que vigilara la obra bajo el sol.
¿Aquellas eran las ruinas del castillo de la Luz de Carlos I? está bien que den de comer a estos peones pero esté castillo tan perfecto tan sin arte, no tiene pinta de ser de Carlos I y me alegro en el alma.
Pensaba en él mientras le daba al mazo bajo un sol de justicia, para rehabilitar un edificio cuya historia desconocía ni le importaba. Había estado en la cárcel varias veces, le faltaban dientes y tenía el cuerpo como lleno de arrugas de dobleces,ya fuera por posturas inadecuadas o por el sol. No en las terrazas con los turistas ni tenía tacto, ni pulso para las bandejas ni sabía inglés. Vivía a gusto como un salvaje y no sabía trabajar mas que en la obra, bajo el sol. Había robado motos de forma pedestre en su juventud. Una y otra vez le cogían y se lo llevaban a comisario con los locos y los vagabundos pero no quejaba nunca.
Vivía feliz como un salvaje, su mujer,la última, le había dado muchos hijos los suyos y los anteriores,él los aceptaba así aunque tenía más estima por los suyos. Mujeriego tranquilo y estrambótico, le daba igual las celdas y los andamios del pasado. Era un realista sin pretensiones, ni mentiras. Me daba cierta asco por su falta de vida interior y hasta de prejuicios.
Millones de analfabetos de buena ley.
El mundo ha cambiado tanto en cosas insignificantes desde hace 40 años que ya no nos sorprendemos. Dos de estas cosas que han cambiado es el valor del eufemismo y el de la blasfemia en los medios de comunicación.
Quizá sea un cambio pendular típico de la historia que con la llegada de la democracia se consolida.
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