Hace cuatro años fui al Drago de Icod de los Vinos con un amigo que había estado en la cárcel y en la prisión psiquiátrica. Al lado de la enormidad del Drago reseco hay unas cuantas cuevas horadadas. En una de ellas hay un esqueleto de plástico vestido con el ropaje típico de un antiguo Rey Aborígen en una actitud tan frágil que llega a emocionar.
Me amigo quedó fosilizado también ante tanta ñoñería sobre la fragilidad ante la muerte.
Me replicó furioso como si le echara en cara algo y quisiera reivindicarse ante una injusticia: " ¿Has pensado que los cadáveres de la Fosa Común DEL Psiquiátrico impactan más porque han conseguido no significar nada?,¡ab-so-lu-ta-men-te nada! aunque tú lo confundas con tu asombro a la expectativa.
Son más valiosos que los cadáveres de aborígenes simplones de 1000 años. Y los de una puta acabada más que los de un niño mimado de un rey que no ha vivido na de na. Ni pensado nada. Te das cuenta cómo valoramos más la arqueología y la historia el plástico y el celofán de las cosas que lo que nos pasa."La propia vida.
Me quedé absorto con el cabreo de mi amigo que había llegado a una profunda verdad que él sentía que era contradictoria a la mí. Seguía a la expectativa de un tratamiento de no sé qué a que yo reaccionara.
Pero pensé en mi sagrada madre acostada, palídisima,sin tener capacidad para moverse con su tratamiento de medicamentos mirando al techo,a lo alto, absorta, sabiendo que sin querer había causado muchísimo daño,pero no se acordaba de nada de su vida,solo del nombre de sus hijos y poco más. Se murió absorta con un gesto infantil de expectativa y estupefacción sin esperar nada.
Y ambos hechos me impresionaron dentro de la cueva. Cuando salimos volví a acordarme del enorme drago que tenía enfrente: ¿30 metros,50 metros de altura?. Me dio igual. QUISE irme, haciendo chistes y deshacerme del pasado.
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