Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

sábado, 2 de diciembre de 2017

¿Por qué la alta literatura quiso dejar de ser entretenimiento?.

Ya dijo Cervantes que su Quijote era una novela de las entretenimiento quizá para separarlas por respeto de la de los santos y las teológicas. Y hasta Tristan Shandy con todo su vanguardia loca y su excentricidad quiso ser en palabras de Laurence Sterne entretenimiento popular. Ni Emile Zola con su programa naturalista, ni Henry James con sus audacias formales quisieron nunca de ser literatura de entretenimiento,ni el terror cósmico que nacía en las novelas más populares que nunca.

Conrad es un buen ejemplo de saber narrar sobre un drama,con la luz del sol al aire libre y que solo al final se vuelve insoportable cuando se anuda la tragedia.El arte muchas veces va allí donde hay dinero y crear nuevas formas de venderse y salvando su autoexigencia. Los buenos compositores de música filarmónica ceden su música a bandas sonoras, como los poetas del XVIII se hacían libretistas de ópera y como grandes novelistas-narradores hoy se hacen guionistas de cine,de series y dentro de poco hasta de videojuegos.

El formato y el público al que va dirigido cambia el contenido y sus pretensiones pero el artista intenta superar las vicisitudes para encontrar también del crítico que quiere encontrar algo más que música de ritmos obvios.

Joseph Roth irónicamente consideraba las modernas formas de barbarie:el patrioterismo, la tecnología o el cine de Hollywood junto al nazismo,y al comunismo.

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"Un escritor muere y su obra cobra forma casi siempre con la ayuda de un editor apasionado"escribió Muñoz Molina en el artículo de El País sobre Joseph Roth. Un editor que publica a coste propio a un autor muerto,que no tuvo gran relevancia en vida, que se pasa mucha parte de su vida leyendo para descubrirlo, sin esperar grandes recompensas, es como quien ayuda a un fugado de la cárcel por un extraño sentido de la justicia para con la alta cultura.


Pocos autores sentían ese desprecio constante hacia el gran público lector como el Marqués de SADE con sus exquisitas aberraciones,elogios al parricidio,al incesto o al genocidio,en defensa de la fuerza,del deseo o de la libertad.

Solo ya desde la vanguardia estridente empezando con un Lautreamont, y con los grandes maestros de la modernidad o con la obra de teatro Ubú Rey de Alfred Jarry estrenada en diciembre de 1896 empieza la avalancha.Después llegarían Proust,y Joyce y en menor medida la novela deprimente de Kafka o el nihilismo abrasivo de Louis Ferdinand Céline, se exige del lector estómago. Mucha gente exigente no lee porque lo que se publica es deprimente,soporífero,o excesivamente artificioso vanguardista o descriptivo.


Uno necesita su clásico propio al margen del Canon. Borges debió decir que un clásico es como un amigo al que uno lee y siente con veneración(aunque uno no lo haya conocido ni se hayan confiado mutuamente) y gracias al que conseguimos hablarnos con franqueza y con altura. No sé hasta qué punto uno puede sentir con veneración algo que en el fondo desprecia porque la literatura debe ser sincera más allá de la moral y los intereses creados.

Eso supone un masoquismo y el surgimiento de sentimientos depresivos que nadie esta dispuesto a tolerar..Las puertas del Infierno sin fantasmas son como un hotel posmoderno por horas en el extrarradio en soledad y lloviendo fuera.

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