El letrero del Estadio Insular debía señalar 0-5,pero el que ponía los carteles se negó a poner esa cifra y se quedó con un 4,no me acuerdo bien por qué,a lo mejor porque era un penalti injusto,pero me congracié con él.
Una vez de niño fui con mi padre a ver un partido de fútbol entre Las Palmas y el Real Madrid en que él por supuesto iba con el Real Madrid(él era de un villorrio de Guadalajara,no de Madrid),y al final quedó 0-5 y donde él celebraba cada gol del Madrid,mientras yo me quedaba en silencio.
Creo que en toda mi vida mi padre no me enseñó nada,pero estaba muy orgulloso,de mostrarse superior a mí y de restregarme sus victorias sin mérito aunque en realidad eran de su equipo que era muy superior(aunque por supuesto esto no lo hacía solo conmigo sino en general,era un rasgo de su personalidad).A mi padre estos tipos de abusos no le importaban.
Años después me dijeron que ese resultado de un partido de fútbol no podía haberse dado y que debía ser otro.Pero sabía intuía que el partido sí era radicalmente real.
Creo que hace cosa de 10 años empecé a ir a unas conferencias de oratoria del introductor del coaching en Canarias Rodrigo F. y además por aquel entonces asesor de imagen de José Manuel Soria. Lo admiraba con reticencias. Una tarde dijo espectacularmente para volver a romper los rompes que a él le hubiese gustado que sus padres no le apretaran tanto las tuercas para ser un vencedor.
Aquello me indignó un poco en su momento. Un hombre bien posicionado en la sociedad se molestaba de que sus padres se hubiesen sacrificado para enseñarle a esforzarse en el camino del éxito. Me pareció un poco hipócrita,egoísta en una sociedad suficientemente egoísta como para patrocinarlo más,y desagradable comparativamente con un tipo marginal de Jinámar que no habrá tenido ni un padre para inculcarle unos valores, sino para humillarle riéndose de él y demostrarle lo superior que es. Era como quejarse de que uno estaba harto de que le obligaran a comer manjares,cuando a tu lado hay otras personas que se mueren de hambre y no tienen fuerzas para quejarse.
Una vez pude ver su despacho para una entrevista a Radio Guiniguada en la cuarta planta de una famosa compañía de seguros con vistas al Puerto de la Luz con sus cruceros y sus yates de lujo. Me sorprendió que no parecía el despacho de un canario,sino de moda africana con su alfombra de león y sus cabezas de animales. Tenía el gusto de un millonario inglés que llega a Canarias y se piensa que vivir aquí es como estar en medio de un safari rodeada por veinte negros porteadores que te sirven el café.
Como modo de resarcimiento recordé a Beethoven y su sobrino. Beethoven se esforzó para que su sobrino se convirtiera en un genio musical como él, de hecho se comportó muy noblemente con él a pesar de no tener ninguna obligación,todos quisiéramos tener alguien que se comportara una décima parte de cómo lo hizo él. Pero a su sobrino no le gustaba para nada la música sino la vida militar,por tanto al no poder estar a la altura de lo que quería su tío empezó a llevar una vida disipada. Cuando se mostró el vacío de este tipo de vida y que ya no podía escapar más se intentó suicidar. El proceso es tan lógico dentro de la mentalidad de una persona inmadura y se ha repetido tantas miles de veces que uno no se sorprende ya de que no intentara otras alternativas como huir y buscarse la vida en otro sitio.
Incluso que su sobrino intentara suicidarse de verdad, refleja una especie de lealtad malsana por no poder estar a la altura musical de su tío, y su tío una estrechez brutal de empatía.
Al final Beethoven tuvo que aceptar lo inevitable con gran disgusto. Su titánico esfuerzo no había servido para su sobrino, sino un ejemplo de abnegación para la humanidad.
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