Por tu trabajo no tendrás un premio
cuando débil vuelvas a casa sin ruta,
e ignorado eterno por la fruta
veas tu muro caído ya sin mérito.
Como un preso que araña las paredes
orgulloso del delito que niegas,
al envidioso juez al que ruegas
dirás que cambiaste aunque no puedes.
Tu amada se irá con el fariseo
tu orgullo odiará sin motivo al deseo
¿querrás el veneno útil que te eleva?.
Y olvidado en el fin por el amigo
el muro caído en medio del trigo
será orgullo callado del que abreva.
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