Me pregunto por qué tendrá tantas obras maestras el canon del cine. Quizá sea porque es una obra de cine es un construtum de un conjunto de artistas,porque es un arte que nació bastante maduro aprovechándose de los errores de otros géneros y en donde cabe de todo,siempre que no se incruste artificialmente.Por tanto,vuelvo a la caja de cristal del arte del que habla Cortázar.
Acabo de ver a una obra de un autor del Canon rancio,que nos agota y difama a muchos no convencionales:"Rebeca"(1940)LA PRIMERA película en Hollywood del arúspice Alfred Hitchcock.¡Qué maravilla! de dos personas bellas que quieren amarse y por un motivo oculto y absurdo no pueden.
La película está basada en la novela homónima de la escritora británica Daphne du Maurier,como muchas de las grandes películas del período clásico (1930-1970)en donde los directores robaban sin rubor las tramas para añadir su propia personalidad,porque confiaban en tener una personalidad propia.
El amor en estado sublime luchando contra una especie de necrofilia, de inmadurez, infidelidades, un terrible secreto, o alusiones al lesbianismo. Por encima la sutileza del arte y la sensibilidad del amor.Ambas cosas perdidas en el mundo posmoderno. Ser un vanguardista semiloco y acabar en el solipsismo narrativo y exasperante esta bien,pero saber manejar una gran historia en todo: con música,elegancia,gente bella e inteligente es a pesar de todo lo sublime que nos arrastra a lo eterno.
Muchas veces la característica de "El don de no estar catalogado" consiste en dejar muchos detalles sin amarrar,en no trabajar para sacar una brillantez (no estridente,para que chirríe mejor el trabajo bien hecho) y limar suficientemente los defectos y en dar a eso una intención artística.
HAY UNA sensibilidad genuina incluso en el espectador no experto cuando una obra es buena artísticamente por su coherencia,confianza,y cognoscibilidad juguetona,mientras que otra se excusa en un intelectualismo oscuro,lleno de retórica que intenta justificarlo todo con una intencionalidad artística y que solo se admira por las cámaras académicas.
El don es no tener nada que decir y a pesar de eso decir cosas sublimes. Acabo de leer el artículo "500" de Juan José Millás"sobre la muchedumbre que transita la calle Preciados de Madrid",un artículo que prometía y se deshizo en nada. Fellini recordó que él era un artesano que no tenía nada que decir pero que lo decía mejor que nadie. Millás es un articulista genial pero se nota que se necesita un estímulo fuerte para estar a la altura de sus grandes momentos,y cuando uno escribe un artículo de encargo que no está con él el nivel se aliena.Lo importante es no caer en un solipsismo incoherente.
Miguel Hernández fue un sublime poeta del amor,un amor carnal,sano,contundente y cósmico, pero después con la Guerra Civil todo en él cambió y siguió escribiendo casi a pesar de su propia sana personalidad:tanto el amor,como la guerra,como las injusticias sociales le importaban:tenía el dramatismo y la inmediatez de lo auténtico. No sé si uno solo puede describir bien un tema que mientras lo escribes te importe,pero es algo que se suele notar. Esa es una de las grandes tragedias del que escribe.
Lo comparo con la versión cinematográfica de "Doña Bárbara" de María Félix basada en la novela de Rómulo Gallegos.Aunque es de menor calibre artístico y sublimidad humana,sí enseña a vivir,enseña carácter y personalidad latina que significa que las personas se dicen las cosas a la cara sin subterfugios,ni una mentalidad sacrificada y autodestructiva.
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