En la cueva hablo secretos con mendigos
de cómo triunfa el valor y la mentira,
la fiel rabiche me roba sin ira
culpándome de aires como un buen amigo.
La ligera rumia el pan seco y bromea
gusta de que la humillen pero no puedo,
como un garrulo que una estatua ha deshecho
por ceñir la alcoba de un alma muerta.
No seas gasoil sobre un perfume caro
para dar éxtasis al néctar ralo
del que alto en un hambre fúnebre se asquea.
¿Por qué a tu belleza odias en la grava
al que eleva al sol de alquitrán que raspa?,
¿y por qué no elevas al que te desea?.
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