Otra Epopeya flagrante del pupas: el Atlético de Madrid. Final Copa de Europa.
Gloria al Madrid y cariño entrañable al Atlético, que comparte con el recogepelotas.
El Quijote de la Plaza de Colón debería ser donde los atléticos celebraran sus victorias aunque no pudieran fastidiar allí el tráfico de la urbe.
El Quijote ha alentado las grandes gestas sin causa y el fervor por lo cutre. El Atleti tras 40 años de jugar una final de la Copa de Europa perdida de forma cruel ante el Bayern vuelve a perder de forma cruel ante el Madrid. En el minuto 93, cuatro del tiempo añadido ( un tiempo exagerado) Sergio Ramos consiguió meter un balonazo hasta la portería.
Tras 30 minutos de prórroga el Madrid dió la vuelta hasta un 4-1. Lo cruel del resultado y la caballerosidad del derrotado mucho más elegante que la chulería restregona del ganador ejemplifica una parte del carácter español.
Estuvieron a punto de ganar, sin capacidad de fondo. Ése es el mérito que se le quiere reconocer. Fué cruel. Los jugadores del Atleti tenían calambres, dolores de rodilla, apenas podían correr y el portero apenas reaccionaba. El Atleti podía correr 90 minutos pero no llevar a cabo una guerra global, menos a crédito. La falta de reacción a base de insultos ratifica la caballerosidad de un dolor que mira para dentro.
¿Pero es cruel?. ¿Es cruel que la hombrada fracase y que se juegue a fútbol y no con técnica o al antifútbol? ¿o es algo moral y por tanto un atraso?.
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Siempre hay excusas en todos los ámbitos para cargarse un cierto sentido democrático que están en la vida. Por ejemplo los sistemas electorales hacen de embudo para que unos pocos partidos con voto concentrado tengan representación electoral.
La publicidad de los medios y el capitalismo de los clubes de fútbol exigen la concentración de la excelencia manufacturada. Si algo destaca de un club no concentrado se lo llevan a uno, y frente a los tanques luchar con caballería por honor es idiota, el honor contra los tanques es idiota.
Cuando uno va ganando, es más débil que el rival y tiene que jugar al antifútbol, a jugar sin moverse es tener carácter no dejarse llevar por la afición y jugar al antifútbol. Correr por cada balón perdido es infantilismo y de subdesarrollo. Tener miedo porque te piten por jugar para atrás es de imbécil. Ganar a la reacción cuando es más débil será patético en la vida pero es la vida eso es lo excepcional de la plantas endémicas que no son ante la vista. Sino uno se esfuerza en perder en forma grandiosa y el mérito se disuelve en grumos.
El Atleti perdió injustamente por merecimiento. Venció la fuerza en el último minuto. Quizá desplegar las fuerzas más allá del límite supone una locura y la locura rara vez triunfa. Uno tiene que ser jugador y no tirarse al precipicio una y otra vez. Aunque benditos locos con afán de perdedores. Su mentalidad es su victoria y su inutilidad. Ningún empresario fabricaría algo por bello o magnífico que fuera que al final no pudiera vender. Pero fabricar algo fuera del tiempo es una reliquia para un arqueólogo.
Al final la brillante estrategia del Atleti parece como el gatillazo del amante pasajero y la mujer consolándole "susurrándole podemos ser sólo amigos".
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