Tres tiros
por una hija
tres triros sin fin.
Tres triros
como un suspiro de alivio
tres triros.
Sobre el puente de los recuerdos
el agua hace los cantos rodados
con una profundidad hasta el tobillo.
Tres triros
a lo lejos el humo del gatillo
parece la de la chimenea
al que viramos la cara
de un campo de exterminio.
Tres triros
por una hija a lo lejos celosa
y Ana Rosa juega con un caramelo
dando la noticia en la boca.
Tres triros
tres nudillos
fuertes en la puerta.
Tres golpes de muleta.
Tres triros.
Los tuiteros escondidos
insultan al tirano
de los recuerdos de éxito
perdidos en el pantano,
siempre esperando mareas
en un arenal embarracado,
y en el Dueso miran el mar
como lo ve el náufrago.
Tres triros sin fin
yo que tantas mujeres fuí
nunca fuí la que pude llorar
al tener entre mis brazos a mi hija
saludando en el estrado al público.
Tres triros como goce lúcido
de un futuro verano
muy largo entre mis manos.
Tres triros de vello púbico.
Tres triros largos
entre dos silencios
al verano del parado.
Tres triros.
"A cada mosquito
le llega su parabrisas".
Piensan las viejas
al salir de misa
en el futuro de sus hijas..
Tres triros que rebotan
en la pared de la celda
en las ondas a solas
del río que me lleva.
En Cuclillas y a oscuras
Tres triros satisfecha.
Tres triros tres triros tres triros
promesa santiaga en sigilo
chistea la bella paralítica
de los cupones.
Listas cerradas en política
cuentas contables sin cerrar,
chasquean los dedos
en el Dueso mira el mar.
Delante de todos vestida como una limpiadora
hablan las de los cupones,
del recuerdo de lo que pudieron ser
en la alameda los mirones.
Viene la policía con sus tanques
Tres triros tras las amenazas
y no puso en sus arranques
un segurita ante las balas.
Tres triros para la plaza de toros
tres triros para el gallo que canta
tres triros para el tren que atropelló
a una altiva vaca.
Tres triros pa el grajo
que el pecho bajo sacaba
orgulloso del calor
que lo asfixiaba.
2 años tuvo que rumiarla
para soñar bien matarla.
Tres triros
pa golpear la piña.
Y en 2 horas el ángel custodio
de las cenizas, llenó de odio
una memoria de aguavivas.
Pero el tesoro de los tigres
y las sierpes no está en el láser
que bloquea las cuentas...
sino en la cal del cadáver...
Tres triros que incauto...
Y quién borró tantos sueños
ahora es un sueño infausto
y el consejo infame
de un letrado cauto.
Tres triros
de un campo que ya no es tan verde
tres triros de alivio.
Para librarme de tanto odio.
Tres triros de no estar solo.
Tres triros de volver al sigilo.
Los Monasterios siguen en pié
al final de los desfiladeros.
Las turistas siguen en los bares
mirando a los camareros.
Y yo en mi celda
imagino la calle
una perra merodeando
buscando quien me pague.
Tres triros tres triros
Tres triros de paz
desagravio del sol de mayo
por fin descanso
por fin ya.
El poeta solitario
Eras de un país remoto
una princesa muda.
- Viste que tenía problemas
y no me diste tu ayuda.
Te vi en la comisaría
llena de carteles grises
como toro sangrado
que cansado embiste.
Una estatua dejada
en la playa remota
un tahúr llama a gritos
colocando sus bolas.
Mirabas para venderlas
tus pulseras cicatrices,
con tus labios resecos
escondidas perdices.
Tu padre te volvió a echar
por tercera vez.
Pedías que la policía
le llamara pa ver.
- Le pido un favor,un euro
pa llegar a Tejeda
allí tengo a mi madre
que es lo único que me queda.
Enseñando la pulsera
como si te desnudaras
te hace falta la pandereta
y el clavel de las gitanas.
Con tus paletas de oro
tus pechos maceteros
llenaban de ceniza los ojos
como ceniceros.
Tenías tanto garbo
y gracia pa el insulto
que no te quise multar
por exceso de bulto.
Dieciséis soles sin mañana
en una playa impúdica.
Con tu ojo arrogante
era banquera rúbrica.
Cuando tu padre llegó
porque hacías de gogó,
quise huir de la vagabunda
que me pedía un favor.
- Niñato, no sabes nada
de dónde viene el aire,
ni lo qué es la vida
ni el grito de los pesares.
Yo estaba en un cuarto
de seis metros cuadrados,
y una ventana arriba
al lado del tejado.
Una cama chica
miraba arriba como
la Vírgen María...
que te lo como todo.
Han desfallecido sin chistes
En mi picado cuerpo,
los camareros del fútbol
de los bares de pueblo.
Y ante mi asombro
de mis raras intenciones,
me fuí con mi denuncia
como un ladrón en la noche.
Tambor de guerra su risa
quería engañarme en mi duda
marea jugando de deseo
que arrastra las dunas.
Suenan coches y risas
en la solitaria noche,
me pregunto si será ella
o si irá en ese coche.
Ni escuché tus historias
de vieja tras la misa.
Si no tendrías gomas
tendrías el SIDA.
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