Mi mirada es nítida
como la de quien mira el móvil
sin saber por dónde va,
ni sabiendo con quien tropieza
ni a quien evita.
El falso sufrimiento que no evité
no estoy harto de no saber
a quien culpar
y el que el culpar no sirva de nada
aunque tenga toda la razón.
Cruzo donde quiero sin mirar bien
demasiado lejos,
¿y a quién y a qué miro?
los recuerdos hirientes de la infancia,
de la adolescencia y la juventud
bien los admito.
¿Qué digo si el mundo te corrige?
¿quién lo abrirá aunque rompa el capullo?
¿qué callo ante los jóvenes impertinentes
hormonados a base de tanto orgullo?.
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